martes, 13 de mayo de 2014

CADA PARTIDO PONE EN EL CARTEL A SU MUJER BARBUDA

Jaime Poncela*

Ha ganado Eurovisión la mujer barbuda y está muy bien porque al mundo siempre le convienen las emociones fuertes. El camino de Eurovisión hacia lo circense se veía venir desde hace muchos años porque está claro que el arte y el espectáculo no siempre son la misma cosa. Lo que importa es la audiencia y la forma fácil de conseguirla es la misma desde que apareció en el mundo la primera mujer barbuda. Cuando Javier Gurruchaga sacaba un enano al escenario había gentes escandalizadas, pero los tiempos y las costumbres han cambiado y lo que hace 30 años era propio del teatro chino de Manolita Chen y el Bombero Torero ahora es una exquisita muestra de marketing televisivo. Eurovisión prefiere el espectáculo porque es lo que vende, lo mismo que las elecciones europeas, otra variante del festival eurovisivo, otro concepto de la visión de Europa, de la eurovisión. Al igual que pasa con el evento musical, a la Eurovision política se evían a concursar candidatos que son restos de serie, desechos de tienta, o aprendices de los que nadie se acordará pierdan o ganen. Nadie recuerda quien ganó Eurovisión el año pasado y nadie se sabe la lista de los comisarios europeos, tal vez porque casi todo el mundo piensa que las votaciones del festival están amañadas y que las de las elecciones europeas no valen para nada, ya que quienes mandan de verdad en Europa no están en el Parlamento. Ha comenzado la campaña y cada partido ha puesto en el cartel a su mujer barbuda, su forzudo o su propio enano de la orquesta Mondragón. Cuando la política deja de ser un arte lo que importa es el espectáculo.

*Artículos de Saldo DdA, X/2.699

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