martes, 8 de abril de 2014

VALOR AÑADIDO PARA LA TIERRA FÉRTIL DE ASTURIAS


Carlos Muñiz Cueto

Era la primera vez que visitaba Asturias y no se lo podía creer:

-«¿De verdad no tenéis que sembrar los campos para que estén tan verdes?».

Nuestro futuro está en la automatización y la revolución digital, pero también en el valor añadido que demos a nuestra fértil tierra de Asturias y a su mar. Será difícil, pero un triunfo. Demos facilidades a los cuidadores de la tierra y de la mar, para que puedan vivir en su medio produciendo alimentos con métodos tradicionales y en equidad de servicios con los urbanitas. Para ello deberán acompañarse de un desarrollo industrial digital y robotizado que les permita añadir valor a sus cultivos y recolecciones, comercializando los alimentos ya elaborados, cooperando a través de la web, logrando productos capaces de ser solicitados por las grandes cadenas de distribución o ellos mismos convertirse en una gran cadena de distribución «digital». Este futuro no será cuestión de tener muchas autovías, sino de mantener en buen estado las carreteras de siempre a la vez que se instalan helipuertos en cada valle para que se garanticen urgencias y servicios tan eficaces a sus gentes como a las de la ciudad; con ventanilla única totalmente informatizada que garantice prestaciones administrativas, e incluso con mini-centros de salud con servicio de enfermería y una residencia para que el personal que preste tales servicios pueda turnarse y hacerlo con facilidad. El transporte de mercancías podría ser una parte complicada que se resolvería con: logística, colaboración de las gentes y las TICs. La necesidad de energía quizá se satisficiese con energías renovables e incluso sería ocasionalmente exportable, pero, en todo caso, con cableado de alta tensión subterráneo bajo los bosques, porque: lo respetuoso con el medio ambiente, aunque sea caro, siempre será un valor de futuro. Los alimentos cultivados por métodos tradicionales podrán ser caros al requerir de amplia mano de obra para su cultivo o recolección, ahora bien: si se comercializan en la web como marca saludable, si la elaboración del producto final es por medio de mini-fábricas robotizadas de alta calidad in situ, si se logra que el precio repercuta más directamente en el productor, si por ser productos saludables tienen un mercado en alza y si se complementara la oferta del producto con otras ofertas como el turismo gastronómico, paisajístico y etnográfico, para su disfrute en origen: podrían ser rentables. Son miles de años de tradición cuidando nuestros campos, haciendo que paste el ganado en ellos fertilizándolos con su excremento, estableciendo cultivos mixtos y alternativos, en fin: logrando que la tierra agrícola siguiese siendo fértil, bella y la heredásemos: conservémosla. No dejemos que el escaso terreno cultivable existente se deteriore. Hagámoslo, aunque para ello sea necesaria una dolorosa migración inversa del medio urbano -robotizado, con pocos empleos y muy cualificados- a un campo permanentemente necesitado de cuidadores. Éste debe ser nuestro legado y nuestra empresa: conservar la tierra y producir alimentos saludables, logrando que sea posible -dada su calidad- conseguir un precio y una economía cooperativa suficiente, añadiendo valor al producto central: alimentos naturales de marca. Sólo así habremos elegido un legado de vida. ¿Tendremos la cultura emprendedora necesaria de cooperar para lograrlo?

DdA, X/2.669

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