Carlos Muñiz Cueto
Era la primera vez que visitaba Asturias y no se lo podía creer:
-«¿De verdad no tenéis que sembrar los campos para que estén tan verdes?».
Nuestro futuro está en la automatización y la revolución digital,
pero también en el valor añadido que demos a nuestra fértil tierra de
Asturias y a su mar. Será difícil, pero un triunfo. Demos facilidades a
los cuidadores de la tierra y de la mar, para que puedan vivir en su
medio produciendo alimentos con métodos tradicionales y en equidad de
servicios con los urbanitas. Para ello deberán acompañarse de un
desarrollo industrial digital y robotizado que les permita añadir valor a
sus cultivos y recolecciones, comercializando los alimentos ya
elaborados, cooperando a través de la web, logrando productos capaces de
ser solicitados por las grandes cadenas de distribución o ellos mismos
convertirse en una gran cadena de distribución «digital». Este futuro no
será cuestión de tener muchas autovías, sino de mantener en buen estado
las carreteras de siempre a la vez que se instalan helipuertos en cada
valle para que se garanticen urgencias y servicios tan eficaces a sus
gentes como a las de la ciudad; con ventanilla única totalmente
informatizada que garantice prestaciones administrativas, e incluso con
mini-centros de salud con servicio de enfermería y una residencia para
que el personal que preste tales servicios pueda turnarse y hacerlo con
facilidad. El transporte de mercancías podría ser una parte complicada
que se resolvería con: logística, colaboración de las gentes y las TICs.
La necesidad de energía quizá se satisficiese con energías renovables e
incluso sería ocasionalmente exportable, pero, en todo caso, con
cableado de alta tensión subterráneo bajo los bosques, porque: lo
respetuoso con el medio ambiente, aunque sea caro, siempre será un valor
de futuro. Los alimentos cultivados por métodos tradicionales podrán
ser caros al requerir de amplia mano de obra para su cultivo o
recolección, ahora bien: si se comercializan en la web como marca
saludable, si la elaboración del producto final es por medio de
mini-fábricas robotizadas de alta calidad in situ, si se logra que el
precio repercuta más directamente en el productor, si por ser productos
saludables tienen un mercado en alza y si se complementara la oferta del
producto con otras ofertas como el turismo gastronómico, paisajístico y
etnográfico, para su disfrute en origen: podrían ser rentables. Son
miles de años de tradición cuidando nuestros campos, haciendo que paste
el ganado en ellos fertilizándolos con su excremento, estableciendo
cultivos mixtos y alternativos, en fin: logrando que la tierra agrícola
siguiese siendo fértil, bella y la heredásemos: conservémosla. No
dejemos que el escaso terreno cultivable existente se deteriore.
Hagámoslo, aunque para ello sea necesaria una dolorosa migración inversa
del medio urbano -robotizado, con pocos empleos y muy cualificados- a
un campo permanentemente necesitado de cuidadores. Éste debe ser nuestro
legado y nuestra empresa: conservar la tierra y producir alimentos
saludables, logrando que sea posible -dada su calidad- conseguir un
precio y una economía cooperativa suficiente, añadiendo valor al
producto central: alimentos naturales de marca. Sólo así habremos
elegido un legado de vida. ¿Tendremos la cultura emprendedora necesaria
de cooperar para lograrlo?
DdA, X/2.669
No hay comentarios:
Publicar un comentario