Sí, España vive sobre un oxímoron, como es el caso de la expresión "silencio atronador". Veamos:
El
gobierno de estos últimos dos largos años está interpretando el poder
otorgado por la mayoría absoluta al igual que los monarcas absolutistas y
los dictadores fascistas interpretaron o interpretan el suyo como si
hubieran sido investidos por la divinidad: ni una sola concesión a las
propuestas o enmiendas, que no sean anecdóticas, presentadas por la
oposición política. Han hecho de esta inestable democracia de mínimos un
descarado régimen estamental que oprime progresivamente a las clases
populares.
Y,
por si fueran pocos los abusos reconocidos de personajes públicos
concretos y de castas concretas, el mecanismo que va a introducir en la
reforma de la Justicia el ministro del ramo y por ende el gobierno,
enlazan con las parodias de justicia que la dictadura franquista se
inventó para discriminar, ante jueces y tribunales especiales, a los
súbditos perdedores de la guerra civil de los otros.
Es
decir, cuando el desafuero de 10.000 aforados lo está pidiendo a gritos
el sentido común, la modernidad y el Derecho comparado en cuya virtud
ningún otro país de Europa los tiene (salvo en algún caso la figura del
jefe del Estado), en España, en lugar de elaborar una ley para
suprimirlo, se refuerza el fuero con este proyecto de ley. Si bien esto
es lo de menos, pues a su rebufo ministro y gobierno persiguen otra
cosa...
Estamos
evidentemente ante una maniobra de distracción para colar, después de
tanto recorte y de tanto delito económico otra medida totalitaria: la de
reforzarse el poder ejecutivo y el legislativo, a costa del poder
judicial. Esto es, pone en manos del organismo judicial superior de los
jueces, de por sí de marcado carácter político al estar nombrado su
presidente por el poder político, otro poder: el de nombrar
discrecionalmente tres jueces, en lugar de uno, para la instrucción de
un proceso penal en asuntos graves.
Si ya de por sí la fortaleza del poder judicial y el necesario
equilibrio entre los tres poderes del Estado (según el consabido diseño
de Montesquieu) estaban muy mermados por la presencia en la cúpula de
los altos tribunales de miembros designados por el ejecutivo y la
oposición según la mayoría electoral, el poder judicial se convierte en
los casos muy graves y graves en vicario del poder ejecutivo y del
legislativo.
En suma, una
colosal involución que aproxima la situación a la instituida en la
dictadura pasada. Con la exasperante diferencia de que si entonces todo
el mundo sabía a qué atenerse sabidos los abusos dimanantes de la
concentración de poder en el dictador, en una democracia de mínimos como
la española medidas como ésta la sitúan a niveles de la figura
inexistente en la teoría política de democracia absolutista. Y todo
ello, siendo así que aun sin haberse consumado todavía este abuso
planeado por el gobierno, las señales de que el pueblo es un cero a la
izquierda en gobernabilidad son tan escandalosas que el mundo entero ya
lo sabe.
España
no tiene remedio. Este gobierno plantea la política como una batalla
tribal o étnica en la que su partido actúa con toda la ventaja al
concentrar, además del político, el poder económico, el institucional y
buenas dosis de mediático. En resumen, una gangrena que sólo amaina en
periodos históricos muy cortos.
DdA, X/2.670
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