martes, 8 de abril de 2014

AL OTRO LADO DE LA VALLA: PERIODISMO EN CARNE VIVA

Lazarillo

Los medios llevan ya varios días comentando la chulería de Aguirre en un carril bus de Madrid, colmada de falacias por parte de la exlideresa -¡las que se contarán en asuntos de mayor enjundia!-, o las bellaquerías de unos periodistas en un plató de televisión, sin que a estos profesionales se les someta a un tribunal deontológico como a Évole por su informe/ficción sobre el 23 F. Nada o muy poco se ha dicho, sin embargo, del impactante reportaje realizado por Jordi en su último Salvados, el pasado domingo, sobre los inmigrantes apiñados en las faldas del monte Gurugú, con una magnífica entrevista de fondo sobre las verdaderas causas de la depauperación en África, que tanto nos atañen como mundo expoliador. Me permito, por lo tanto, insertar este artículo de Évole, publicado en El Periódico, para compensar en cierto modo el silencio mediático con que ha sido acogido el aludido programa, merecedor por parte de este Lazarillo de mi más sincero y entusiasta encomio profesional:

Jordi Évole
Nuestro mundo se basa en leyes científicas y todo lo que está lleno rebosa. Tu eres la útima de muchas monedas que hace rato han desbordado nuestro vaso. Yo soy el agua que no te va a permitir que entres en nuestro mundo. Y no es una cuestión personal, es una cuestión de orden». Así justifica su trabajo el agente de policía fronterizo --interpretado por Juan Diego Botto y dirigido por Sergio Peris Mencheta-- con el que arranca uno de los mejores montajes teatrales que he visto en los últimos años, Un trozo invisible de este mundo.
Es muy difícil no salir conmovido de la representación, donde se cuentan entre otras las historias de un inmigrante que llama a su mujer, la de un joven torturado de los años 70 en Argentina o la de una subsahariana que cuenta su historia a su hijo. Precisamente la historia de esa mujer subsahariana -interpretada por Astrid Jones- fue el punto de partida para Botto: «Una de las causas que me llevó a escribir esta obra fue el caso de Samba Martine que murió en el CIE de Aluche tras pasar por el CETI de Melilla. Ella pidió 11 veces ir a la enfermería, tenía Sida, y ahora sabemos que le habían diagnosticado la enfermedad en Melilla y no habían informado al centro de Madrid» (La Marea, abril del 2013).

Ayer emitimos El otro lado de la valla. Un Salvados que ha sido especial para todo el equipo. Un programa que nos ha hecho crecer. Que nos ha tenido entre la emoción y la indignación durante las últimas semanas. Que nos ha golpeado. Que ha provocado el silencio más intenso, más duro, más sentido, que yo he vivido en una sala de edición tras ver por primera vez una secuencia. Un Salvados que intentaba reflejar uno de esos trozos invisibles de este mundo. Ya sé que la valla tiene mucha visibilidad en los medios. Pero precisamente queríamos huir de esa visibilidad y mostrar lo que hay detrás de las sombras que vemos encaramadas a la alambrada. ¿Por qué la saltan? ¿Por qué la ponemos? ¿De qué huyen? ¿De qué se supone que nos protegemos?

Y sí, una de nuestras fuentes de inspiración para tirar hacia delante este programa fue ir a ver Un trozo invisible de este mundo. Esos trozos a los que como periodistas estamos obligados a mirar, aunque a veces sea más cómodo mirar hacia otro lado.

De hecho, esta semana hemos conocido otros casos de invisibilidad. No tienen nada que ver con la inmigración. En este caso son enfermos dependientes, a los que ya no les quedan fuerzas ni para hacer sentir su queja, pero aún así se revuelven en su silla de ruedas para decirnos que ahí están, que siguen resisitiendo, que ya no tienen nada que perder, que con ellos se está cometiendo una injusticia histórica. La administración les recorta lo poco que les otorgó una ley tan publicitada como violada. Mientras a ellos les queden fuerzas, nos tendría que avergonzar que a nosotros nos faltasen para mostrar esos trozos invisibles de este mundo.

DdA, X/2.669

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