Hubo muchos colegas que cuando salió El País a la calle en 1976
pensaron que aquello era “mucho plomo” para una sociedad que no leía
periódicos. Algunos de los que por aquellos años nos iniciábamos en el
oficio estimamos, muy al contrario, que aquella sociedad estaba
anhelante de cambios y el nuevo diario iba a encajar por eso. Por eso y
porque contaba con unos buenos profesionales, capaces de hacer un
producto solvente que reflejara con su cabecera el país al que se
dirigía.
Así fue durante bastantes años, sin que el rotativo tuviera que
lidiar con otros medios de parecido signo progresista, bien porque estos
se vinieran abajo, bien porque quienes los pusieron en marcha no
supieron hacer un periódico capaz de competir con el asentado prestigio
de ‘El País’. Sin embargo, hace ya tiempo que el diario de Prisa se resintió en su
línea editorial, dejando de ser el diario de la progresía, para
convertirse en un medio alojado de lleno en lo que Ignacio Ramonet llama
“periódicos dominantes”, sumamente críticos y hasta panfletarios y
falaces en sus opiniones e informaciones sobre los procesos socialistas
que se están dando en América Latina. Recuérdese como mayúscula lacra
aquella deplorable y falsa foto de Hugo Chávez en un quirófano, ocupando
cuatro columnas de la portada del rotativo.
Pese a esa involución decepcionante, no puedo por menos de
sorprenderme ante los aires de derechización manifiesta que ha traído
consigo el nombramiento del nuevo director del periódico, Antonio Caño,
responsable hasta ahora de la política informativa de ‘El País’ en
América Latina. Los redactores andan tan mosqueados con el nuevo
director y su subdirectora, Eva Sáiz, que circula estos días por la
redacción del rotativo un vídeo en el que Sáiz interviene en una
tertulia de corresponsales en Washington a través de un determinado
canal de televisión.
Se diría que el documento tiene valor testimonial, a fin de mostrar
la catadura ideológica de la mentada a sus subordinados. Le preguntan a
la nueva subdirectora sobre los efectos políticos del discurso de Rajoy
en el Senado, en referencia al pleno celebrado después de la publicación
de los papeles de Bárcenas. Sáiz califica a Rajoy de gran parlamentario
y afirma: “No le gusta hablar ante la prensa, pero en el Parlamento la
verdad es que se crece y lo hace muy bien. Rajoy venía avisado, sabía
que le iban a pedir la dimisión, y él decidió atacar”.
Si se tiene en cuenta que la votación consultiva sobre el
nombramiento de Saiz dio como resultado en la redacción del periódico,
entre los 214 profesionales, un significativo balance de 34 síes, 154
noes y 26 abstenciones, se comprende que entre los periodistas de la
casa se tengan muy en cuenta declaraciones de este tipo, sintomáticas a
todas luces de la línea editorial que puede acometer la nueva
subdirectora del diario en papel y del azarosos porvenir que le aguarda
al periódico, donde el pasado domingo José María Aznar recibió un
generoso despliegue de 18 páginas en la revista dominical.
Siendo consciente de que ese porvenir se lo han ganado a pulso los
gestores de ‘El País’ en los últimos años, no puedo evitar como lector
que fui y profesional que celebré su aparición en la calle, que me
sienta profundamente afectado por este nuevo y lamentable tránsito del
periódico en el que creo será último tramo de su trayectoria. Pienso,
además, que con el declive de ‘El País’ podría llegar a darse el inicio
del propio declive del sistema, al que este periódico prestó decisiva
colaboración. Tanto para los medios como para la historia de España, el
final de ese diario va a suponer el apogeo de otro tipo de prensa, en
línea con esta nueva sociedad –harta e indignada–, a la que están
dejando tan desasistida los periódicos dominantes.
DdA, X/2.675
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