Es para mí motivo de indignación y hondo pesar -por si no hubiera ya pocos- que un país como
el nuestro, tan indiferente y hasta despreciador de la buena poesía que se ha
escrito en España a lo largo de su dilatada y notable historia literaria, la estatua de uno de sus
más renombrados autores haya sido robada al pie del castillo de Trasmoz, en las
estribaciones del Moncayo. Fue erigida en memoria de Gustavo Adolfo Bécquer,
que en 1864 escribió desde el monasterio de Veruela sus Cartas desde mi celda,
publicadas en el periódico El Contemporáneo entre mayo y octubre de ese año. El poeta se restablecía en ese lugar de una enfermedad respiratoria.
Si
ya es de por sí muy lamentable el hecho por lo que implica como acto de barbarie, se da la circunstancia de que una de
esas cartas, la séptima, en la que el escritor cuenta la historia de Las brujas de Trasmoz, es particularmente significativa para mí, pues a pesar
del tiempo transcurrido desde que la leí a los diez u once años, ese texto y ese autor,
sobre todo, fueron decisivos en mi vida para que aflorara la pasión por la buena
literatura. Todavía hoy, ahora, al acabar de releer esas páginas, he podido rememorar la emoción de aquella
vivencia.
La estatua que homenajea a Bécquer fue instalada hace seis años bajo el ruinoso castillo medieval. Se da la circunstancia de que también ha desaparecido la placa que el poeta tenía dedicada en el muro del cementerio,
donde no quedó más que el desconchón dejado al arrancarla. "Se nota que
falta algo en el pueblo", lamentó Lola Ruiz, guía del castillo de
Trasmoz y miembro de la fundación que cuida de las ruinas de la fortaleza, una construcción del siglo XII. "Es
posible que la hayan robado para fundirla, y es una pena pues la estatua
refleja el halo romántico que rodeaba al escritor y que su hermano Valeriano
captó también cuando lo retrató junto al castillo", añadió la guía. La estatua costó unos
20.000 euros, se levantó gracias a una colecta popular y era una de las
atracciones fundamentales de Trasmoz.
"Los ladrones la han arrancado del pedestal y la
han subido a un carro de dos ruedas para trasladarla a un vehículo que debía de
estar esperándoles cerca", informó el alcalde, Javier Moliner, que
denunció el hecho ante la Guardia Civil. En su opinión, no se descarta que la
estatua, de casi dos metros de altura y menos de una tonelada de peso, podría
también acabar vendida como obra de arte. Pero Moliner precisó que la
posibilidad de que sea fundida para facilitar su venta como simple materia
prima tiene más peso en la investigación abierta por la Benemérita. "No
queremos adelantarnos a los acontecimientos, aún esperamos recuperarla",
afirmó el alcalde.
Sería muy reconfortante para quien suscribe estas líneas que la hermosa y magnífica figura broncínea de Bécquer, obra del escultor sevillano (como Bécquer) Luigi Maráez, volviera a Trasmoz, pues me consta por lo leído que aquel paisaje -al que unos desalmados dejaron huérfano de su presencia- fue para el poeta motivo de vital y honda inspiración, la misma que cautivó la atención de sus buenos lectores y muchos de ellos no hemos podido olvidar cada vez que nos asomamos a sus páginas.
DdA, X/2.680
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