La información no ha sido publicada por los telediarios y solo algunos medios de información digitales la han dado a conocer. Hasta un centenar de autobuses fueron detenidos por la Guardia Civil antes de acceder a Madrid, donde sus viajeros pretendían ejercer su derechos constitucional de manifestarse en pro de la dignidad ciudadana. Especialmente significativo ha sido el despliegue policial en la autopista de Galicia (A6), donde los vehículos procedentes de León y Asturias han sido detenidos entre una y tres horas, en algunos casos obligando a los usuarios a identificarse y mostrar sus equipajes a la benemérita. Concretamentes, 150 viajeros de tres autobuses procedentes de Asturias y pertenecientes a la Corriente Sindical de Izquierdad (CSI) fueron registrados individualmente en Villalba de Guadarrama como si en lugar de ciudadanos fueran potenciales delincuentes. Esos cacheos e identificaciones, sin mediar explicación por parte de la autoridad, a unos ciudadanos que pretenden ejercer uno de los derechos básicos de todo régimen democrático son una provocación en toda regla, cuyo
objetivo es estrechar los ámbitos y derechos de reunión y expresión de
los ciudadanos, mientras se vulneran y recortan también sus derechos
sociales y laborales. Pareciera que con esa actitud pretendieran provocar para violentar, pero no se debe caer en
esa provocación bajo ningún concepto. Solo tienen la fuerza, pero no la razón. Lo saben hoy, una vez más, las calles de Madrid. Casi tres kilómetros de distancia en una de los bulevares más anchos de la ciudad, rompeolas de todas las Españas, fueron insuficientes para acoger la gran marea humana que pidió pan, techo y trabajo. Esa es mucha voz, pero le falta el voto que la acoja y represente, unida.
DdA, X/2.653
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