viernes, 21 de marzo de 2014

UNA ATMÓSFERA REAL PRÓXIMA A LA SUBLEVACIÓN

Jaime Richart

Parece ser que según la encuesta llevada a cabo por una agencia, "Eurostars", que mide la satisfacción y calidad de vida de los países, España está por encima de la mayor parte de los europeos. Pero los resultados de la encuesta, a buen seguro están falseados o trucados, pues no es probable que entre los encuestados haya muchos ciudadanos que hayan respondido desde su miseria y su desesperación. No es nada probable que se haya preguntado a tantísimo desgraciado que se hurta a la vida exterior y a tantísimos suicidas que aumentan por momentos como consecuencia de la depresión social, antes de tomar su suprema decisión...
Así es que más allá de la visión que Europa y el mundo han de tener de la España de los recortes sociales; más allá de las frías cifras de la OCDE y demás organismos que calibran la desigualdad, la riqueza, la pobreza y demás aspectos económicos y sociales de este país, la vida pública, la vida mediática y al fin y al cabo la vida real empiezan a impregnarse de una atmósfera gravemente enrarecida próxima a los estados de sublevación y revolución. Probablemente similar a la que, sin televisión y apenas con luz y taquígrafos, envolvió los meses que siguieron a las elecciones del año 1936 que perdió la derecha y precedieron a la guerra civil.
Todavía no se oyen disparos ni se ven pistolas.  Pero da la impresión de que es cuestión de tiempo. De momento, a la indignación, exasperación y desesperación que se palpa en la vida colectiva de millones de ciudadanos excluidos o semi excluidos se une una guerra declarada por ciertos periodistas en periódicos digitales, cadenas televisivas y radios. Guerra, por ahora de papel, declarada contra dos jueces defenestrados políticamente por el propio poder judicial ideologizado por la derecha cavernaria, y contra profesores que se manifiestan abiertamente contra el abuso y la injusticia generalizadas, tanto ordinaria como social.
Un tal Rojo, una tal Durán, un tal Inda, etc, así como otros que colaboran asiduamente en la cadena televisiva de los obispos equivalentes aquí a los ayatolahs a los que ellos tanto denostan, abanderan la causa de los extremistas del gobierno, de las Comunidades allá donde se aloja la derecha y de los medios afines que son asimismo mayoría. Ellos se encargan, en el papel repulsivo de mamporrero, de difundir insultos, desprecios, infamias y libelos contra todo aquél ciudadano o aquélla ciudadana de cierto relieve público que no se posiciona a favor de los gravísimos abusos, ni a favor del neoliberalismo ni a favor del fascismo que avanza día a día a pasos agigantados en este país.
El clima se hace cada vez más irrespirable. Los políticos del partido del gobierno se envalentonan cada vez más y su insolencia alcanza cotas de ultraje a tantos millones que malviven o sobreviven y sin esperanzas de rehacer su vida. Y las querellas judiciales a diestro y siniestro de todos contra todos que, por ahora, drenan odio acumulado que recorre platós y redacciones, ya no parecen suficientes para neutralizar tanta belicosidad. Los ánimos están tan caldeados que difícilmente podrá recuperar este país su pulso normal. Una "marcha de la dignidad" será el último capítulo de una fase histórica antesala de un futuro inmediato incierto e inseguro, pero en todo caso tenebroso. 

DdA, X/2.652

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