Félix Población
Quienes conocen Salamanca saben
muy bien lo costoso que resulta movilizar políticamente a sus ciudadanos. Por
eso, que una iniciativa como “Podemos” haya desbordado ayer el aforo del salón
de actos de la Facultad de Ciencias Sociales es tan noticioso como estimulante,
aun sabiendo que los promotores del movimiento que lidera Pablo Iglesias están
recibiendo este tipo de acogida entusiasta allá por donde pasan.
Ignorar esta realidad o
silenciarla, tal como podemos consignar en los medios de comunicación
dominantes, resulta significativamente grave
y sintomático, pues todos cuantos se han acercado a interesarse por lo
que “Podemos” representa como nuevo partido político, aprecian en sus
postulados una alternativa que puede aglutinar a un amplio sector de la
población desencantado, harto y hastiado de la gobernación protagonizada hasta
ahora por los llamados partidos mayoritarios. No ha querido tampoco este partido acudir con Izquierda Unida a la
próxima convocatoria electoral de mayo, consciente de que, haciéndolo por
separado, iba a ganarse críticas y reproches.
Respetando el sistema de
primarias que prevale en IU, donde los
militantes eligen las listas, Iglesias ha querido que en lugar de una unión de
siglas se dé una unión popular, en la que los ciudadanos puedan elegir
libremente a sus candidatos en cada uno de los círculos de Podemos esparcidos
por España. “Nos están robando la democracia y esto no es una cuestión de
ideologías -dijo-, porque los derechos sociales son la base de la democracia. Privatizar
la sanidad es destruir la democracia. Privatizar la educación es destruir la
democracia. Entregar la soberanía del país al Fondo Monetario Internacional y
al Banco Central Europeo es destruir también la democracia. Los que dicen que
los tenedores privados de la deuda tienen prioridad sobre las familias que
desahucian están destrozando la democracia. Por ello pedimos una auditoría pública
de la deuda y el blindaje de los derechos sociales. Gamonal no fue un
problema de derecha o de izquierda, fue un problema de todos que se resolvió
con la victoria de los ciudadanos, dándonos con ello un ejemplo de lucha”.
¿Qué harán ustedes cuando tengan
poder”, preguntó uno de los pocos asistentes de edad avanzada que concurrieron
al acto, entre una mayoría de jóvenes en torno a los 25 o 30 años: “Preguntarles
a ustedes”, contestó Iglesias. “Mandar obedeciendo, con la posibilidad de
revocar a aquellos representantes políticos que no cumplen con la razón del
voto. Hacer una auditoria pública de la deuda. Establecer un parque público de
viviendas con las viviendas vacías. Que los programas educativos y sanitarios
sean elaborados por los respectivos profesionales del sector, movilizados a
través de la Marea Verde y la Marea Blanca".
“¿Son ustedes anticapitalistas?”,
inquiere un asistente de edad media. Iglesias replica aludiendo a la pestaña de
la web de Podemos. “Cambiamos el “quiénes somos” por el "qué hacemos",
conscientes de solo somos lo que hacemos. Y lo que hay que hacer ahora ante un
baño lleno de mierda, no es plantearse el cambio de color de los azulejos, sino
el desalojo de la mierda. Y la mierda en España la configuran la casta política
y la casta económica. Es preciso una reforma fiscal con medidas penales que
combata el fraude fiscal, nada menos que
el 23 por ciento de nuestro PIB”.
¿Corre el riesgo Podemos de
convertirse en un partido personalista al estilo de UPyD?, pregunta un joven
estudiante de veintitantos años. “Esa sería la mayor prueba de debilidad de
Podemos -responde Iglesias-, porque nuestro objetivo es el empoderamiento de la
gente a través de una democracia participativa. Venimos a demostrar que la gente
puede participar en política. Que la política no es una cuestión de los
partidos y puede ser una cuestión de los ciudadanos. Por eso en estas
próximas elecciones europeas, cuyos resultados van a ser proporcionales,
salimos a por todas, y esperamos a partir de ahora que llega la primavera
contar con aforos más abiertos, para demostrar que nosotros metemos más gente
que ellos porque somos más y mejores, y vamos a demostrarlo”.
El cronista tiene la impresión,
tras saludar a Iglesias a la salida del acto y comprobar el grado de
expectativas que despierta entre una juventud tan afectada por el desempleo o
su amenaza al término de sus estudios, que los medios de comunicación
dominantes están desdeñando con el silencio o la marginación todo un fenómeno
social configurado en torno a Podemos. Nada que ver la España real que se
agrupa en tono a esta iniciativa, animosa y pujante, con el avejentado régimen
del 78 defendido por un bipartidismo decadente que huele a rancio y a caduco, incapaz de dar respuesta a más de la mitad de una parte vital de la población (57 por ciento) a la que se está dejando sin mañana. Parafraseando el verso de Miguel Hernández, esa juventud no puede seguir en el ataúd de la pasividad, la improductividad o el silencio.
DdA, X/2.652
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