Ana Cuevas
Desde el 5 de marzo, varias columnas de personas han salido andando
de diferentes puntos del país para confluir el día 22 en Madrid. Entre
los caminantes aragoneses están algunos de mis amigos más queridos.
Gente íntegra y comprometida como Maribel, Jose Luis o Abdoulayed que
apuestan una y otra vez por un mundo mejor y más humano dejándose
literalmente la piel en ese sueño.
Aunque esta vez no puedo acompañarles mi corazón jironeado también
viaja en sus mochilas. Reclaman lo que consideran de justicia para el
pueblo: servicios públicos, empleo digno, derecho a la vivienda… y que la Troika se vaya al carajo y no se pague la deuda. Tienen un mensaje claro para el gobierno. Mi compadre Jose Luis (“El Negro Martínez“) lo resume meridianamente con estas palabras: Si esto es lo que sabes hacer…¡Cabrón, vete a casa!
Estos hombres y mujeres trabajadores, parados, estudiantes,
jubilados, emigrantes, excluidos o desahuciados representan la mayor
oposición que tiene ahora mismo este gobierno. Son individuos distintos,
con distintas filiaciones ideológicas pero con una causa común que
reconcilia todos los matices. Ojalá las fuerzas políticas progresistas
de la izquierda fueran capaces de un acto de tanta generosidad y
superioridad moral como el de los anónimos caminantes que marchan hacia
Madrid. ¡Otro gallo nos cantara!
Por otro lado, es reseñable el silencio sepulcral, casi generalizado, que se impone sobre las “Marchas de la Dignidad“.
Miles de ciudadanos avanzan hacia la capital atravesando pueblos y
comarcas a lo ancho y largo de nuestra geografía pero pocos medios se
hacen eco del fenómeno. ¿Por qué? La respuesta está asociada a otro
virus que empobrece nuestra democracia, la falta de libertad de prensa.
Aunque también pueda tratarse de simple servilismo o cobardía. Supongo
que habrá de todo.
En cualquier caso, redaños es lo que les sobra a los hombres y
mujeres que se dejan los pies en el asfalto en este mes de marzo. Ellas y
ellos son ciudadanos, no siervos. Y avanzan imbuidos de la dignidad
pisoteada por un gobierno insensible al sufrimiento de la gente. Esa
fuerza pone alas a sus pasos. Han decidido no vivir de rodillas.
Prefieren andar erguidos al encuentro de su destino. En este momento, el
destino tiene nombre y fecha:22-M en Madrid. Allí nos veremos compañeros. ¡Todos Juntos!
DdA, X/2.649
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