martes, 11 de marzo de 2014

DESIERTOS LEJANOS, MONTAÑAS REMOTAS

 Pujalte y Zaplana, en la comisión 11-M, un acto muy divertido.
El segundo también se rió cuando Pilar Manjón leyó su emotivo
discurso en el Congreso: ¿De qué se ríen, señorías?
Félix Población

El presidente de la Comunidad de Madrid y la presidenta de la Comunidad de Castilla-La Mancha, secretaria general asimismo del Partido Popular, han evacuado ayer sendas flatulencias con relación a la masacre del 11-M, diez años después de aquella trágica fecha. Ambos siguen encallados en el cieno de la teoría de la conspiración, aventada durante años por el diario El Mundo -que sigue pretendiendo son su portada de hoy vender ejemplares a costa de su infamia- y la cadena de radio de la obispalía, representada en este caso por Federico el del pico rastrero. 

González y Cospedal siguen creyendo, a lo que parece por sus recientes declaraciones, que la conspiranoia no es una teoría desechable, acaso por el grado de fanático seguimiento con el que siguieron en su día las soflamas de Pedro J. Ramírez y Jiménez Losantos. Leer las páginas que entonces se escribieron en el periódico del primero y escuchar las prédicas insultantes e injuriosas del segundo desde los micrófonos de una emisora episcopal, bastaría para pensar -por parte de quien desconociera el esperpento como género propio de este país- que tanto uno como otro profesional estarían a estas altura fuera del oficio. 

Pero no, a Ramírez se lo han cargado recientemente por causas totalmente ajenas a aquella delirante teoría sobre la participación de ETA en la masacre, con la que el Partido Popular hizo una bochornosa oposición durante la primera legislatura de Zapatero -valiéndole, por lo tanto, una segunda derrota en 2008-, y a Losantos lo aupó la exlideresa Aguirre a cabeza visible de una cadena de radio propia, desde la que sigue produciendo detritus, a tono con el sino de su baja estofa profesional. Es de recordar, sobre todo, para mejor apreciación retrospectiva de la calaña de este locutor, las descalificaciones y agravios dirigidos por Federico el del pico mórbido al director de ABC, José Antonio Zarzalejos, que tuvo la dignidad de no apuntarse al crispado grupúsculo de sus colegas conspiranoicos, aunque su postura le costase la destitución dos años después. 

También hemos podido escuchar estos días, con motivo del décimo aniversario de aquella trágica fecha, que tanto nuestro actual presidente del Gobierno como quien lo fue y urdió desde la jefatura del mismo aquella sórdida teoría (José María Aznar), se apoyaron en la misma para tratar de cuestionar la victoria en las urnas del Partido Socialista tres días después de la masacre. Provoca auténtica grima escuchar las opiniones de Rajoy y Aznar al respecto, sobre todo aquello de que los responsables de los atentados no están en desiertos lejanos, ni en montañas remotas. ¿No parece propio de un país enfermo el que uno de esos señores sea ahora presidente del Gobierno por mayoría absoluta?

Esa grima se torna indignación cuando se sabe, tal como ha señalado en una reciente entrevista Pilar Manjón -presidenta de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo- que entre las víctimas de aquel infierno hubo muchos inmigrantes que trabajaban en la construcción y ahora, por estar en paro, han perdido la tarjeta sanitaria. O que Araceli, herida en los atentados, se quedó sin empleo, la abandonó el marido, tiene dos hijos, le han detectado cáncer de mama, los 35.000 euros de indemnización se los colocaron en “preferentes” en Bankia, no puede pagar la hipoteca y están a punto de desahuciarla. 

Puntos de Página



DdA, X/2.643

No hay comentarios:

Publicar un comentario