Pujalte y Zaplana, en la comisión 11-M, un acto muy divertido.
El segundo también se rió cuando Pilar Manjón leyó su emotivo
discurso en el Congreso: ¿De qué se ríen, señorías?
Félix Población
El presidente de la Comunidad de
Madrid y la presidenta de la Comunidad de Castilla-La Mancha, secretaria
general asimismo del Partido Popular, han evacuado ayer sendas flatulencias con
relación a la masacre del 11-M, diez años después de aquella trágica fecha.
Ambos siguen encallados en el cieno de la teoría de la conspiración, aventada durante
años por el diario El Mundo -que sigue pretendiendo son su portada de hoy vender ejemplares a costa
de su infamia- y la cadena de radio de la obispalía, representada en este caso
por Federico el del pico rastrero.
González y Cospedal siguen creyendo, a lo
que parece por sus recientes declaraciones, que la conspiranoia no es una
teoría desechable, acaso por el grado de fanático seguimiento con el que
siguieron en su día las soflamas de Pedro J. Ramírez y Jiménez Losantos. Leer
las páginas que entonces se escribieron en el periódico del primero y escuchar
las prédicas insultantes e injuriosas del segundo desde los micrófonos de una
emisora episcopal, bastaría para pensar -por parte de quien desconociera el
esperpento como género propio de este país- que tanto uno como otro profesional
estarían a estas altura fuera del oficio.
Pero no, a Ramírez se lo han cargado
recientemente por causas totalmente ajenas a aquella delirante teoría sobre la
participación de ETA en la masacre, con la que el Partido Popular hizo una
bochornosa oposición durante la primera legislatura de Zapatero -valiéndole,
por lo tanto, una segunda derrota en 2008-, y a Losantos lo aupó la exlideresa
Aguirre a cabeza visible de una cadena de radio propia, desde la que sigue
produciendo detritus, a tono con el sino de su baja estofa profesional. Es de
recordar, sobre todo, para mejor apreciación retrospectiva de la calaña de este
locutor, las descalificaciones y agravios dirigidos por Federico el del pico mórbido al director de ABC, José Antonio Zarzalejos, que tuvo la dignidad de no
apuntarse al crispado grupúsculo de sus colegas conspiranoicos, aunque su postura le costase la
destitución dos años después.
También hemos podido escuchar
estos días, con motivo del décimo aniversario de aquella trágica fecha, que
tanto nuestro actual presidente del Gobierno como quien lo fue y urdió desde la
jefatura del mismo aquella sórdida teoría (José María Aznar), se apoyaron en la
misma para tratar de cuestionar la victoria en las urnas del Partido Socialista
tres días después de la masacre. Provoca auténtica grima escuchar las opiniones
de Rajoy y Aznar al respecto, sobre todo aquello de que los responsables de los
atentados no están en desiertos lejanos, ni en montañas remotas. ¿No parece propio de un país enfermo el que uno de esos señores sea ahora presidente del Gobierno por mayoría absoluta?
Esa grima se
torna indignación cuando se sabe, tal como ha señalado en una reciente entrevista Pilar Manjón -presidenta
de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo- que entre las víctimas de
aquel infierno hubo muchos inmigrantes que trabajaban en la construcción y ahora, por estar en paro, han perdido la tarjeta sanitaria. O que Araceli, herida en
los atentados, se quedó sin empleo, la abandonó el marido, tiene dos hijos, le han
detectado cáncer de mama, los 35.000 euros de indemnización se los colocaron en
“preferentes” en Bankia, no puede pagar la hipoteca y están a punto de
desahuciarla.
Puntos de Página
DdA, X/2.643
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