miércoles, 12 de marzo de 2014

ANOMALÍAS EN EL FUNERAL POR LAS VÍCTIMAS DEL 11-M

Félix Población

Fueron varias las incidencias que llamaron la atención ayer antes y durante la ceremonia religiosa que tuvo lugar en recuerdo de las víctimas de la masacre del 11-M.  En primer lugar, la ausencia de los expresidentes Aznar y Rodríguez Zapatero (saliente y entrante por aquellas fechas), aunque se supone que la del primero está justificada por la poca vergüenza que ya demostró cuando tuvieron lugar los atentados, pues  no acudió adonde tanto era el dolor y la muerte. Que se haya excluido a ambos exjefes de Gobierno de las invitaciones correspondientes para asistir al funeral unitario es algo más que llamativo.

Otra incidencia a tener en cuenta es que esa funeral haya sido unitario y por el rito católico, apostólico y romano, teniendo en cuenta que un tercio de los fallecidos en los atentados era inmigrantes que no pertenecían a ese credo religioso. Coincido por lo tanto con Pilar Manjón, presidenta de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo, en que esa ceremonia debería haber sido laica. Hubo de ser Manjón quien se adaptara a la función religiosa católica, a fin de evitar un titular mediático que hablara una vez más de desunión entre las varias asociaciones de víctimas concurrentes, Víctimas del Terrorismo y Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, y que posiblemente la responsabilizara a ella de la misma.

El Jefe del Estado no debió tener en cuenta ese detalle de condescendencia, porque antes de celebrarse el funeral tuvo la desfachatez de diferenciar su saludo, frío y distante con Pilar Manjón, del que dispensó a las otras dos presidentas,  afectuoso, próximo y más detenido. Juan Carlos I marcó con esa desfachatada actitud la tosca y torpe personalidad que le atañe, algo que por fortuna no imitaron ni su esposa, ni los Príncipes de Asturias.

Para colmar la función faltaba la homilía del ríspido Rouco, cardenal-arzobispo de Madrid, que hoy deja de ser presidente de la Conferencia Episcopal Española y que, en correspondencia con la insidiosa, injuriosa y guerracivilista campaña desarrollada durante años en la emisora de la obispalía por su empleado Federico (el del pico mórbido), tuvo esta referencia para personas que, con una premeditación escalofriante, estaban dispuestas a matar inocentes a fin de conseguir oscuros objetivos de poder. En la mentalidad de su eminencia no cabe la posibilidad no ya  pedir perdón por haber protagonizdo la teoría conspiranoica en un medio de su competencia, sino la de ceñirse a lo que los tribunales de justicia sentenciaron dando por acabadas las patrañas y prédicas injuriosas de la radio episcopal.

Me resisto a creer que sea éste el entendimiento que tiene Rouco Varela del deseo expresado por el papa Francisco a los obispos españoles, al término de una reciente audiencia, de que se divirtieran con la elección del próximo presidente de la Conferencia Episcopal.

Puntos de Página

DdA, X/2.644

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