miércoles, 26 de febrero de 2014

FERNÁNDEZ DÍAZ, UN MINISTRO HIPÓCRITA Y/O NACIONAL-CATÓLICO



Félix Población

Es una pena que con la carne que puso ayer en el asador don Alfredo Pérez Rubalcaba, ante la falaz, torpe y cobarde lectura de su discurso y réplicas que hizo don Mariano el Plasmado -cada vez más sumido en la ficción de un país inexistente-, el líder de los socialistas represente a un partido en proceso de quema por hartazgo de quienes creyeron alguna vez en el PSOE. Lamento mucho celebrar la alocución y réplicas de Pérez Rubalcaba ayer por la tarde, más brillante posiblemente que ninguna otra, sin creerme lo que constituiría la razón de mi voto a ese partido: que, tal como dijo ayer don Alfredo, el Partido Socialista recuperará si vuelve a gobernar todos los derechos sociales y laborales recortados por el Partido Popular. 

He de confesar, sin embargo, que fue para mí muy reconfortante observar el rostro de los ministros Wert y Fernández Díaz, encajando respectivamente el párrafo de don Mariano en un artículo (Los hijos de la buena estirpe) publicado en un diario de Vigo hace treinta años en defensa de la desigualdad -traído a colación por Rubalcaba como fundamento de la nueva Ley de Educación-, y la denuncia que el líder socialista hizo de la muerte por ahogamiento de quince seres humanos acosados por las balas de goma de nuestras fuerzas del orden en la playa del Tarajal de Ceuta. 

Tengo la sensaciónde que tanto Wert como Fernández  acusaron en sus semblantes su incapacidad para digerir sendas tropelías con tranquilidad de conciencia, sobre todo el segundo, que tanto alardea de su fe en Cristo y ha suscrito la concesión de la medalla de oro al mérito policíal a la Virgen del Amor. Con relación a esto último, ha sido noticia hoy que no se ha conformado Fernández Díaz con esta implicación del credo católico, apostólico y romano en los asuntos de su competencia, sino que ha ido más allá: se han impartido instrucciones -leo en Vozpópuli- para que en la jura de los nuevos inspectores, que se celebrará el próximo viernes 28 de febrero en la Academia de Policía de Ávila, se sustituya en el homenaje a los caídos la tradicional marcha fúnebre de Frédéric Chopin por una himno con numerosas referencias católicas en su letra. Y es la segunda vez que se pretende algo así con este gobierno.

La orden -sigo leyendo- incluye la entrega a todos los funcionarios que participen en la misma de una hoja en la que figuran las estrofas del cántico con la instrucción concreta de que la memoricen para ese día o, en su defecto, “muevan los labios” cuando se entone, según fuentes policiales. Nada se dice de quien no sea creyente y se niegue, por lo tanto, a entonar de mentira o verdad ese cántico. En los remotos tiempos del nacionalcatolicismo, caían sopapos a aquellos alumnos de colegio o instituto que no hicieran lo propio con el Cara al sol o Con flores a María.

DdA, X/2.634

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