
El
pasado domingo tuve en casa una comida con familia y amigos
periodistas. Surgió en la conversación el tema del fenómeno Jordi Évole,
aunque por casualidad porque aún no se había emitido su falso
documental y ni siquiera se comentó. Los periodistas dijeron que Évole
es un actor, no un periodista. Los otros lo defendieron como un gran
profesional del periodismo. Y como suele pasar en este país, ambos
grupos sostuvieron sus opiniones con cierta pasión discutidora. Yo
sostuve que un actor puede hacer buen periodismo y que un periodista
puede ser un actor: tenemos ejemplos de ambos casos. Los invitados se
fueron tarde, así que comencé a ver el falso documental ya iniciado.
Conservo todavía buena memoria y a medida que iba viendo/escuchando
"Operación Palace" algo me chirriaba hasta la irritación: ciertos
testimonios, detalles, afirmaciones que consideré manipuladoras y
falsas. Sobre todo esa sensación de que se acentuaba con impudicia la
figura del rey como el único salvador de la democracia, el héroe de la
película, y siempre en contraste con los malos malísimos, en contraste
con el máximo exponente de la traición, Alfonso Armada. En fin, dije
"vaya mierda" y cambié de canal. Es decir, no vi la traca final de la
declaración de la farsa. Me enteré al día siguiente. Pero no me
impresionó en absoluto.
Solo
lamento que mis invitados periodistas ya se hubieran ido porque debería
haberles reconocido toda la razón, sin matices: Jordi Évole no es
periodista, es un actor. El periodismo es una actividad comunicativa muy
delicada porque su base es la credibilidad. Tiene un contrato social
con la credibilidad de sus profesionales, aunque se equivoquen. El
periodismo no tiene que ver con el soporte sino con una forma de actuar
en todo momento que sea creíble y respetable. Évole le ha dado una buena
patada a la credibilidad, hasta derribarla. No tengo nada contra los
actores. Si son buenos saben interpretar magistralmente los papeles que
les ofrecen quienes pagan. Y esos que pagan siempre construyen las
historias, la realidad y la sociedad a su medida y beneficio. Évole es
un inteligente y estupendo actor. Y es posible que siga viendo su
entretenido espectáculo.
*Catedrática de Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid. Directora del Departamento de Periodismo I de la Facultad de Ciencias de la Información (UCM).
DdA, X/2.634
No hay comentarios:
Publicar un comentario