martes, 18 de febrero de 2014

AMENAZAS DE MUERTE CONTRA LA HIJA DE UNA VÍCTIMA DE LA DICTADURA

La hija de una víctima del franquismo amenazada de muerte denuncia desamparo

Lazarillo

Todo empezó por contar con el apoyo de esa misma esvástica que algún desalmado trazó con rabia histórica en la puerta del garaje de Gema Carretero. Sin ese respaldo ni el de Mussolini, Franco no hubiera logrado imponer su dictadura ni desencadenar la dura represión que costó la vida, entre miles, al padre de esa vecina de Leganés que recurrió a la justicia argentina para encontrar en aquel país lo que se le niega en el suyo. Que después de casi ochenta años de finalizada aquella guerra, en la que la dictadura hitleriana colaboró de modo decisivo para que triunfase el golpe militar de Francisco Franco, alguien sea capaz de apelar con esa crispada rotulación a la amenaza de muerte contra la hija de una víctima de la dictadura, denota hasta qué punto supuran las heridas del resentimiento entre quienes no están dispuestos a reconocer la memoria de los vencidos. ¿Se puede hablar de reconciliación con quienes guardan como más evidente memoria ese estigma de odio? Lo más grave es que tampoco esa víctima renovada de tan afincado resentimiento histórico, parece haber encontrado hasta ahora respaldo en nuestra justicia.

Eduardo Muriel

Gema Carretero se adhirió a la querella argentina que juzga los crímenes del franquismo porque no estaba dispuesta a olvidar y dejar en la oscuridad el asesinato de su padre, un representante sindical de izquierdas que murió de manera violenta y en extrañas circunstancias en 1965. Y la lucha por la verdad no le ha salido gratis: Carretero ha sufrido desde hace año y medio ataques en su domicilio, entre los que se incluyen graves amenazas de muerte, y, además, se siente totalmente “indefensa” ante lo que considera una auténtica dejación por parte de la policía y el juez.
Según cuenta Carretero, una mañana, su hijo trató de sacar el coche del garaje en el adosado donde vive la familia, en Leganés, pero la puerta estaba rota. Tanto ella como su marido salieron de la vivienda y se encontraron con que los goznes habían sido inutilizados a golpes y que una inscripción llenaba la puerta, en la que se leía: “Puta loca, vas a morir”, junto a una esvástica. “Imagina cómo estaba la puerta que el seguro optó por cambiarla”, asegura.
La policía se personó en el lugar y, aquella misma tarde, Carretero y su marido acudieron a interponer una denuncia por los hechos, en la que declararon -y aportaron fotos- que existían rastros de pintura que acababan en una vivienda próxima. Sin embargo, tras más de un año, no ha habido culpables. “Ese día me dio miedo, pero nosotros pensábamos que para eso estaban la policía y el juzgado, para hacer su trabajo. Cuando vi que no hacían nada me invadió el terror”, lamenta. La denuncia, asegura, llegó a perderse y en el juzgado optaron por archivarlo.
“Entonces mi abogado me comunica que él no se hace cargo del caso y que no va a recurrir el archivo de la denuncia. Además me aconseja que no lo haga porque no va a prosperar”, afirma. Entonces, tuvo que acudir a una asociación de memoria histórica, donde le consiguieron un nuevo abogado. Hace algo más de un mes la Audiencia Provincial ordenó al juzgado la realización de un cuerpo de escritura, para analizar las pintadas, según la narración de Carretero.
Pero esta hija de una víctima del franquismo ya no quiere quedarse quieta. “Después de que me lo archivaran, como dije, me quedé aterrorizada y es cuando empecé a recoger firmas”, explica. Y es que poco después del archivo volvió a sufrir otro ataque, en el que le rompieron las lámparas del jardín y rociaron la hierba con líquido abrasivo. “Como actuaron con total impunidad, no tienen ningún temor”, opina.
Este domingo pasado, Carretero estuvo, acompañada por algunos compañeros, recogiendo firmas en Sol, donde plantó una tienda de campaña. Las entregará a final de mes en el Ayuntamiento de Leganés y luego acudirá al Ministerio del Interior. Se reivindica como una víctima del terrorismo, y demanda protección.
Federico Carretero, el padre de Gema, pertenecía a una familia de izquierdas y estaba afiliado al sindicato CNT cuando llegaron el golpe de Estado y la guerra. Tras el conflicto, tuvo que afiliarse al sindicato oficialista de un pueblo de Cuenca, donde vivía y trabajaba como tractorista en una cooperativa agraria. Tras una votación secreta, Federico fue designado representante de los trabajadores, lo que, según sospecha su hija, se convirtió definitivamente en su sentencia de muerte.
Poco después, en mayo de 1965, cuando venía de trabajar de la recolección del cereal, murió bajo las ruedas del tractor que supuestamente estaba conduciendo. “Todo el viaje le acompañó un socio de la cooperativa, que era falangista orgulloso”, explica su hija. En la partida de defunción, no se especificaba la causa de la muerte, según cuenta. En los 90, Gema logró, con mucho esfuerzo, traer los restos de su padre a Madrid y costeó un análisis forense, que certifica que su padre recibió un golpe con un objeto contundente antes de que las ruedas del remolque le partieran la cabeza en tres, asegura. Gema, pese a que aún hoy no se rinde, sigue sin saber toda la verdad, ya que la justicia española no la ampara.
Otra de las cosas que indigna a Carretero es el hecho de que el comisario de Leganés, Jesús González Reglero, está también incluido en la querella argentina en calidad de torturador. Este jefe de policía habría sido, según el testimonio de uno de los querellantes, compañero de Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, y de otros policías torturadores pertenecientes a las Fuerzas de Seguridad franquistas.
Carretero es una de las personas más activos detrás de la querella contra los crímenes del franquismo y, de hecho, fue una de las primeras en trasladarse a Argentina para declarar ante la jueza María Servini. Un relato que aún significa su lucha cotidiana, pese a que cuando ocurrieron los hechos ella era una niña de sólo doce años.
La Marea

DdA, X/2.627

No hay comentarios:

Publicar un comentario