Ana Cuevas
Se
abre el telón. Aparece una España grotesca que provoca carcajadas
simuladas y puñaladas traperas diferidas. Un correo de Blesa toma la
palabra: ¿Qué hay de lo mío?- Presuntamente, lo remite un marido que
reclama se le condone la hipoteca- Ya que estás con mi señora... Parece
que no es el único e-mail que sugiere que el señor Blesa utilizaba el
derecho de pernada para perdonar algunas deudas contraídas con su banco.
La justicia (o lo que queda de ella después de quitar de en medio al
juez que instruía el caso) dice que es correspondencia íntima. Cuestión
de matices. Verdad es que revela la íntima naturaleza del personaje.
Carroña humana. Pero lo que relatan son delitos que atañen a la opinión
pública, la paganini de todos sus desfases. Correos íntimos. Intimidades
cruzadas entre alimañas que se regodean de su estafa. Amat comunica a
Blesa el éxito que están teniendo las preferentes. 1.300 millones de euros "colocados" el primer día. Respuesta del ex-presidente de Caja Madrid: "¡Qué bárbaro!, y eso que habíamos engañado a los clientes" Correos
que hablan de amistades íntimas. Como la que mantenía con otro
pro-hombre de la patría, ex-líder de nuestra gloriosa patronal y
actualmente convicto por su afición a ser amigo de lo ajeno. Díaz Ferrán
recibía préstamos que no debía devolver. ¿Para qué? Se añadieron a la
cuenta interminable que tiene que abonar la ciudadanía. Total, el
chocolate del loro comparado con la estafa global que nos obligan a
tragar como ricino. Risas amargas entre el público que asistimos a la
tragicomedia desde la platea. Patadas y abucheos. Los correos demuestran
que en el 2006, Blesa ya sabía que los clientes perderían su dinero.
Pero eso no le frenó. Siguió timando a la gente desde la intimidad de su
psicopatía delictiva. El juez Silva, otro cazador de licántropos que
resultó cazado por la jauría, declara: En cualquier país del mundo, Blesa estaría en la cárcel. La
España canija y revenida que ahora llena el escenario se parte la caja.
Se nos descojona en directo y diferido. Baja el telón. Y aquí nunca
pasa nada.
DdA, X/2.568
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