miércoles, 18 de diciembre de 2013

DE LA OSA PETRA AL OSO DE BLESA*


Félix Población
 
Suelo seguir toda noticia que me llega de los osos, no solo porque me parecen los animales salvajes más preciados de Asturias y porque toda iniciativa que prevenga los riesgos de extinción de esta especie resulta admirable y digna de apoyo, sino porque quizá tengo más arraigada de lo que creo la imagen de la osa Petra en el Parque de San Francisco de Oviedo, en cuya contemplación puede que algunos de sus pequeños espectadores hayamos esbozado nuestras primeras cavilaciones en torno a la improcedencia de encerrar a los animales salvajes en una jaula para su exhibición pública.
Me dice una amiga de la capital del Principado que Petra llegó a su jaula en los primeros años cincuenta y que durante un breve tiempo la acompañó el oso Perico, que murió al poco de experimentar su cautividad, no se sabe si por incapacidad para soportarla. Petra vivió hasta mediados los años setenta, por lo que su triste espectáculo fue motivo de atracción para varias generaciones de chavales. Puedo asegurar que más de una vez  fui a ver a Petra con el deseo de que estuviera oculta en su osera de piedra, ubicada en el centro de su prisión, y no exhibiendo su tedio y su tristeza con aquel rutinario deambular giratorio que proclamaba el desespero de impotencia de su circunstancia.
Siempre que el oso es noticia en Asturias, ya sea con el reciente caso de Pelón, el plantígrado al que busca el FAPAS para indagar qué tipo de enfermedad le afecta y ha dejado sin pelo parte de su cuerpo, ya sea con el del oso al que un video-aficionado grabó hace unas semanas correteando asustado por una carretera de la región, o con el de Molinera –la osa liberada hace poco en Muniellos después de ser asistida en Centro de Recuperación de la Fauna de Sobrescobio-, no puedo resistir mi inquietud ante la posibilidad de que la vida de estos animales o su hábitat corran peligro.
Esta semana también me ha parecido digno de consignar el oso de Miguel Blesa de la Parra. Lo vimos en una fotografía publicada en el diario El Mundo a los pies de su cazador, presidente durante muchos años de una entidad que tenía al oso por logotipo. Se trataba de un oso pardo de 400 kilos, abatido por el expresidente de Caja Madrid en los Cárpatos en 2009, año coincidente con la quiebra del oso de su entidad, en la que Miguel Blesa ganó 12 millones de euros entre 2007 y 2010, cantidad suficiente para emplearse a fondo en la caza, aunque sea a una media de 20.000 euros por cabeza. 
Con toda seguridad, para los miles de preferentistas que fueron estafados por las emisiones de deuda perpetua planificadas por el expresidente y sus consejeros en Caja Madrid -magnífico Évole una vez más en el último programa de “Salvados”-, habrá sido especialmente indignante contemplar esa imagen de prepotencia cinegética del gran cazador de sus ahorros y acucioso agente del neoliberalismo parasitario que nos depreda. Sobre todo si prevén, como están previendo con rabia, que Blesa nunca estará entre rejas como la pobre Petra, aunque ese sería su destino en cualquier otro país del mundo, según el juez Silva, que lo intentó. 
“Si tiro de la manta, el sistema no lo soportaría”, ha dicho Silva. ¿A qué espera? ¿Qué teme? ¿Por qué lo anuncia y no lo hace? ¿Tanto es el lodazal que puede ahogarle? ¿Pueden tanto los depredadores de esa guisa en España como para acabar con la justicia?

*Artículo publicado hoy también en Astures.info

DdA, X/2.572

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