Félix Población
De familia merchera, Eleuterio Sánchez Rodríguez
nació (1942) en una chabola del barrio salmantino de Pizarrales. Con veinte
años ingresó en prisión por el robo de dos gallinas. En 1965 participó en el
atraco de una joyería en Madrid, en el que resultó muerto un vigilante de
seguridad. Considerado culpable, se le condenó a la pena capital, luego
conmutada por la de cadena perpetua. En la cárcel aprendió a leer y escribir, y
también estudió la carrera de Derecho, que luego le serviría para ejercer como
abogado -una vez puesto en libertad en 1981- en el gabinete de Enrique Tierno
Galván. Su popularidad en los últimos años del franquismo se debe a la
repetidas fugas que protagonizó, entre ellas aquella en la que se jugó la vida
lanzándose de un tren en marcha. Autor de varios libros autobiográficos (Camina
o revienta, Mañana seré libre, Una pluma entre rejas, Entre
sombras y silencios y Crónica de un campusiano), acaba de publicar
el sexto, escrito en la localidad cacereña de Cabezabellosa, donde actualmente
reside, y cuyo título inicial Un paseo por la memoria se ha quedado
finalmente en Cuando resistir es vencer.* Con este último libro dice
haber cerrado la trilogia de sus memorias, sin
que nos adelante -pues se ha mostrado sumamente lacónico en sus respuestas- si
habrá nuevos proyectos de ese tipo en el porvenir.
Usted
fue muy perseguido como objetivo mediático. Por proponerle hasta le
quisieron como actor de cine porno por 50 millones de las antiguas
pesetas. ¿Qué le movió a no dejarse llevar por esa marabunta del patrañoso
-según su propia expresión- mundo de las luminarias?
-Me
movió la dignidad.
¿Qué
opinión le merece la desmesurada comercialización de ese mundo en los llamados
programas basura de nuestras televisiones? ¿Dónde quedó aquello de tener más
televisiones privadas para una mayor pluralidad informativa?
Las
televisiones privadas son -en algunos casos y programas- decepcionantes. Todos
esperábamos pluralidad informativa y formativa; nos parecía una
buena solución para salir del agujero casposo en el que nos habían sepultado
durante cuarenta años.
Se
refiere en el libro a las cortas condenas de escándalo y vergüenza que
recayeron en muchos de los implicados en el golpe del 23-F, mientras usted seguía
en la cárcel en régimen abierto, y cita para ello a Miguel Delibes, como si el
autor de Los santos inocentes recordara su propio y primer caso (“las
condenas son inferiores a las que se podrían poner a un ladrón por robar
gallinas”). ¿Qué piensa hoy de aquel hecho, se sabe todo lo que se debería
saber o algo más nos deparará la historia?
Nunca
supimos la verdad de aquellos tristes episodios. Pero eso nos queda ya
demasiado alejado. Lo importante es que aquello no se va a repetir (entre otras
razones, porque a nadie le interesa. A los que menos, a los poderes facticos).
A
usted se le aplicó el indulto en el verano de 1981 y no la ley de amnistía de
1977, por lo que se sintió discriminado y pidió incluso una indemnización. En
2009 también reclamó que la Ley de Memoria Histórica anulara su proceso, al
haber sido condenado por una ley franquista y tras un juicio sumarísimo y
sin garantías. ¿Me puede explicar sus argumentos y en qué han quedado esas
peticiones?
En
efecto, no se me aplicó el decreto de amnistía de 1977. Pero no es cierto de
que por ese “olvido” yo pidiera, tiempo después, una indemnización.Cuando la
derecha huracanada procesó al Juez Garzón, se cargaron también la “memoria
histórica”. Y de nuevo los “desheredados” volvimos a las catacumbas.
¿Cuál es su opinión respecto
a esa ley y con referencia a los miles de españoles que siguen enterrados en
fosas y cunetas sin nombre?Me parece abominable. Es preciso recuperar la memoria histórica y honrar y dignificar a todos los hombres caídos por la barbarie fascista.
Dice
usted en el libro que en la cárcel fue un profesor de sueños y que donde otros
se deformaron usted se formó, a pesar de que usted condene la cárceles.
Así
fue, en efecto, yo me formé en las cárceles de Franco, pero no por la cárcel,
sino a pesar de la cárcel. La cárcel- como se dice en mi libro- es estúpida y
gratuita. Lejos de ayudar el hombre, lo destruye, lo reseca como un odre en el
desierto. Yo aproveché el tiempo, tras haberlo perdido tantas veces. Porque la
vida es tiempo, y matar el tiempo es matar la vida…
En
2006 fue denunciado por violencia de género, cargo del que fue absuelto. A
partir de ese caso hace usted en el libro algunas críticas a la ley establecida
al efecto, algo que un país con tantas mujeres asesinadas cada año por
ese tipo de violencia podría considerarse temerario. ¿Me podría exponer
en qué se basa?
La
Ley de Violencia de Género se concibió para ayudar a las mujeres
maltratadas, hace una discriminación positiva hacia el género femenino. Se la
cree a la mujer, haya pruebas o no, porque los malos tratos pueden ser físicos
o psíquicos, y ese es un coladero por el que entran algunas listillas,
perjudicando a muchas mujeres que necesitan ser, de verdad, protegidas.
¿Cuál
es su estado de ánimo ante la situación crítica (de crisis) que vive desde hace
unos años el país y los gobiernos que se alternan sin poder enmendarla? ¿Qué
piensa de la sentencia del Tribunal de Estrasburgo acerca de la doctrina
Parot y de las repercusiones que ha tenido en los sectores más conservadores?
Mi
libro -“Cuando resistir es vencer”- hace alusión a la crisis que todos los
españoles estamos padeciendo. En cuanto a la “doctrina Parot” y sus
repercusiones, me parece indignante. Pero hemos de ver las cosas en sus justos
términos: que un etarra salga en libertad a los 26 años de reclusión en vez de
que salga a los 30, creo que no hace al bulto…
España
es una cruz y para llevar bien esa cruz hay que abrazarse a ella y ser creyente, afirma en el libro. ¿Tan imposible ve
que la Iglesia deje de depender del Estado y siga disfrutando de privilegios
más propios de la dictadura franquista?
No me
parece nada fácil que la Iglesia, por las buenas, se desprenda de la
teta-Estado.
Por
último, ¿cómo discurrió su vida profesional como abogado? ¿A qué se dedica
ahora?
La
práctica del Derecho aplicado me decepcionó. Ahora me dedico a escribir, dar
conferencias, etc. E intentar- a mis 71 años- recuperar el tiempo perdido.
*Sánchez,
Eleuterio "El Lute": Cuando resistir es vencer. Editorial Almuzara,
2013.
DdA, X/2.529
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