sábado, 5 de octubre de 2013

NECESITAMOS PROBIDAD Y SENTIDO COMÚN EN LA GESTIÓN PÚBLICA

 Jaime Richart

Decía ayer que cuando la indignación, personal o colectiva, manifestada públicamente frente a medidas de los gobiernos, no produce efectos ni frenos ni cambios en las políticas de estos, la indignación ha de resolverse necesariamente en sublevación. En sublevación material o moral. Es moral si es reprimida por el poder establecido. Y si es reprimida origina sensación de impotencia y ésta ríos de amargura en la ciudadanía. Pues bien, lo que se respira ahora en este país es justo la impotencia y la amargura que sentíamos ante los abusos flagrantes, manifiestos y continuados de la dictadura franquista y de toda dictadura.

Pero hoy día, en algunos aspectos la situación es todavía más grave, pues en la dictadura se nos dijo que no había libertad y sabíamos a qué atenernos. Ahora se nos venden raudales de libertad, mientras por otro lado los gobiernos nos mienten constantemente, pisotean los derechos y libertades ciudadanos, y la justicia de los magistrados y fiscales, que no la de los instructores, se alía con el poder político, le encubre o prevarica más o menos descaradamente. Esta complicidad produce todavía más indignación, más sublevación, más amargura y más impotencia: la impresión de que vivimos en una dictadura maquillada...

En estas condiciones nadie puede saber qué habrá de suceder a corto plazo, pero se barruntan grandes aflicciones. Desde luego a medio plazo, la ebullición y la inestabilidad están aseguradas. Y a largo plazo, una economía de guerra y un invierno social. La única salida a semejante situación está en expulsar a los políticos de la gestión pública y entregársela en cada territorio a ciudadanas y ciudadanos de demostrada probidad y sentido común. A fin de cuentas Maquiavelo no veía necesarias otras virtudes en el "Príncipe", es decir, en todo gobernante.
DdA, X/2.503

No hay comentarios:

Publicar un comentario