sábado, 19 de octubre de 2013

EN TIEMPOS DIFÍCILES ES GRAVE TENER RAZÓN


Jaime Richart

Me encantaría escribir, como en otro tiempo, acerca del amor, de la amistad, de la belleza, del arte, de la historia, de la moral o de etología. Pero me es imposible. Son tantas las canalladas, las injusticias, los abusos, las mentiras, las falsedades y marru­llerías del poder de este país allá donde se aloja que sólo soy capaz de vomitar.

Pero ahora voy a hacer una excepción y un canto al caos. Paul Claudel decía que el orden es el placer de la razón, el desorden la delicia de la imaginación. Y aquí, en España vivimos un episodio continuo de desorden y de caos en todas las esferas. Los poderes no sólo cometen abusos, es que los calculan mali­ciosamente para seguir ciegamente las pautas atroces del sector más despiadado de la sociedad estadounidense y anglosajona. Pautas presididas por el propósito de diezmar a la población mundial por distintas vías. De aquí el abismo existente entre la praxis del poder fáctico de toda la historia (del que siempre fue y es su cómplice el poder político), y la sensibilidad y racioci­nio de la ciudadanía común: dos niveles de moral.

El mal y la injusticia no están instalados en la sociedad humana como inevitables, como un reflejo de un satanás pre­sente en todas las culturas y diversos aspectos. El mal y la in­justicia están incrustados en esta sociedad española por una maldición de origen desconocido. Los breves periodos históri­cos de paz y esplendor no han sido más que épocas preparato­rias del retorno del mal y la injusticia  inva­sores.

En todo caso y aunque sólo sea para no defraudar a Paul Claudel y contentar a un amigo mío positivista que detesta es­pecialmente la actitud contraria, en adelante, y ya que hasta ahora me he librado de ella, voy a intentar sacar partido de la desgracia aunque también se cebe en mí. El estoicismo es eso. Y en estos tiempos caóticos y difíciles sólo pueden dormir a pierna suelta los malhechores, los que carecen de escrúpulos, los ignorantes de todo y los estoicos. Porque además, y por si no tuviéramos bas­tante con el caos, como decía Quevedo, en tiem­pos difíciles es grave tener razón.


DdA, X/2.515

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