miércoles, 16 de octubre de 2013

EL NAUFRAGIO DE LAMPEDUSA ES FRUTO DE UN CRIMEN ORGANIZADO

Ana Cuevas

El naufragio de los inmigrantes en Lampedusa es, sin duda alguna, fruto del crimen organizado. Y no, ni me he vuelto loca por alguna teoría conspiroparanoica ni estoy hablando de la mafia. Expondré mi teoría y juzguen ustedes mismos. 

Las grandes multinacionales y corporaciones del planeta explotan los recursos de los países menos desarrollados. Y a estas alturas, no creo que a nadie le quepa duda de la injerencia oportunista que se impone sobre su política aplicando una doble moral que permite a los occidentales apoyar regímenes dictatoriales y violentos a cambio de obtener derechos de pernada. Luego, cuando la gente escapa empujada por el hambre y la violencia, nuestro civilizado primer mundo es capaz de meter otra bala en la recámara y abrir fuego. 

La inhumanidad se puede legislar en estos democráticos estados. Como esa ley italiana que impone penas de cárcel a quienes presten socorro a los inmigrantes aunque sus vidas estén en peligro. Y a eso hay que añadir la hipócrita cobardía del ciudadano escrupuloso, cumplidor de las leyes, posiblemente buen cristiano y familiar, capaz de mirar a otro lado mientras unos seres humanos se están ahogando frente a sus narices. No quieren tener problemas con la ley. ¿Los tendrán por lo menos de conciencia? No lo creo, porque esos muertos, como los vivos que en avalanchas intentaban saltar las vallas de Ceuta o de Melilla, no les parecen seres de la misma especie. Tienen otro color, religiones y culturas diferentes. De alguna manera, no experimentan la misma empatía  que si se trataran de cadáveres italianos o españoles. Son muertos de segunda. Muertos de hambre a los que en nuestro país se les está negando hasta la asistencia sanitaria. 

Si los miserables que miran a otro lado fueran más inteligentes quizás comprenderían que pueden correr la misma suerte. Que este sistema maldito, no es que sea racista, es endiabladamente clasista. Engullidor irredimible de cosas y personas, generador de pobreza y amoral. Todos somos carnaza que viaja en la cinta transportadora para alimentar su gula. Todos por igual, negros, blancos o amarillos, parias del mundo en general, todos víctimas de los putos amos del planeta. 

Aquí ahora padecemos la pérdida de derechos fundamentales que creíamos sagrados como la sanidad, la educación o el trabajo. Ahora son nuestros hijos los que emigran. Sería bueno que al menos eso nos hiciera reflexionar sobre el hecho de que existe una sola especie: la humana. Aunque eso sí, en grave peligro de extinción a causa de los depredadores ultraneoliberales y de nuestra  propia insolidaridad y estulticia.

DdA, X/2.512

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