sábado, 21 de septiembre de 2013

LA PRECARIA INTELIGENCIA DE LOS GRUPOS DE PODER EN ESPAÑA



 Jaime Richart

Muy pronto empezó a preocuparme determinar en qué consiste realmente de la inteligencia humana. Como el régimen autoritario en que vivía embridaba la cultura y perseguía al crítico social, me costaba más trabajo llegar a conclusiones aceptables. Lo que buscaba, siempre adolecería de la falta de contrastes y de pruebas empíricas que el régimen obstruía pero luegollegarían.

 Llegó la democracia burguesa y las circunstancias  idneas para la constatación buscada. Si bien no era a priori imprescindible la prueba que yo pretendía pues, por un lado, al conocimiento de las cosas se llega no sólo por la razón sino también a través de la intuición, de la voluntad, del instinto y de la emoción (irracionalismo), y, por otro, la "sabiduría" es un  concepto universal e intemporal mientras el de  "inteligencia" es coyuntural y equívoco, con el advenimiento del nuevo régimen y la política práctica quedaban enfrontados y cuestionados ambos.

 Así las cosas, se puede verificar que políticas de políticos de postín adornados con títulos de categoría (ingenieros, economistas, juristas, etc) y asistidos por no menos ilustres mentores con sus correspondientes galardones académicos, con la crisis se han revelado como decisiones propias, unas veces de truhanes y otras de cretinos...

 El despilfarro que comenzó en el año 1993 con la llegada de los fondos de cohesión europeos, la puesta en marcha de obras públicas que ahora se prueban como escandalosamente equivocadas y generadoras de cuantiosas pérdidas (gestión del naufragio del petrolero Prestige, accidente ferroviario de Santiago, quiebra de red de autopistas y otros estragos; todo debido a cálculos de necios, aparte el pillaje generalizado de otros políticos sólo atentos a acortar el camino de su enriquecimiento personal, etc), descubre la abismal distancia entre la inteligencia artificiosa de los dirigentes vehiculada por la temeridad, la imprudencia o la malicia, y la sabiduría que desde hace siglos brilla por su ausencia en este país y que ya pocos son capaces de atisbar  y valorar. Si ya antes la consagración de la "inteligencia" (que personalmente sólo asocio a las aptitudes creativas) y el menosprecio de la sabiduría eran un hecho, con el estallido de la burbuja inmobiliaria en Españs y la crisis bancaria y financiera en el mundo occidental, la distancia entre ambas ha pasado de medirse con magnitudes terrestres a medirse con magnitudes siderales hasta alcanzar niveles de personajes descerebrados.

 La sabiduría se predica de individuos aislados y la inteligencia de individuos concretos y de grupos completos. Pero en España, si la sabiduría abunda como en cualquier otro país y los talentos más que en cualquier otro país, la inteligencia colectiva de los grupos concretos secularmente dominantes está a la altura de los países menos evolucionados y desarrollados del mundo. La estúpida presunción, la jactancia, la soberbia, el dogma y la necedad han prevalecido siempre salvo en cortos periodos, sobre la fina inteligencia, sobre el tacto y sobre la sabiduría. No hay más que echar un vistazo a su historia, y desde hace casi cuarenta años a la irrisoria manera de organizar políticamente al país y a la escasa estatura de los gobiernos que han desfillado, de sus economistas, de sus leguleyos y de sus ingenieros en política: las tres especialidades del saber que configuran el destino de cada país occidental.

DdA, X/2.490

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