Lo mismo da vivir bajo la
opresión oficial de una dictadura oficial, que bajo la opresión oficiosa
de una parodia de democracia. Al final siempre vive oprimido. Durante
la dictadura cargaban los "grises" bajo el mando de matones camuflados,
y ahora cargan policías "democráticos" bajo el mando de matones
camuflados. Al final, los únicos que a partir de la entronización de la
democracia formal en este país están satisfechos (aparte los políticos
que se han metido en política para forrarse) son los periodistas; pero
los periodistas con buenos empleos, bien situados, esos de presencia
permanente en los platós durante años, no los periodistas sin oficio ni
beneficio o sometidos al capricho de un proxeneta. Porque los demás,
ciudadanos y ciudadanas, es decir, el pueblo en general, no creo que
vean una ganancia significativa al pasar de la dictadura a este
horroroso régimen de libertades que al final son eso, formales y apenas
efectivas.
Esto no significa que muchos
de los que sobrevivimos al régimen represivo precedente lo echemos de
menos; lo que sí padecemos es un tremendo pesar, un profundo sentimiento
de frustración. Pues, si no hay separación de poderes propia de la
democracia moderna -y no la hay; si no hay conciencia de servicio en la
clase política salvo las excepciones que tienen una escasa o nula
influencia o están alejadas de los focos de verdadero poder -y no la
hay; si la Iglesia no ha perdido un ápice de poder y protagonismo
después de haber formado parte consustancial de la dictadura franquista
imprimiéndole carácter teocrático -y no lo ha perdido; si la invocación
solemne de derechos fundamentales sobre vivienda, trabajo y salud, etc
contenidas en la pomposa carta magna no tienen otra función sobre el
papel que poder alardear de libertad -y no la tiene; una libertad que no
sirve para nada cuando las condiciones de vida son miserables excepto
para indignarse o para quitarse la vida -y no sirve para otra cosa, ¿qué
clase de sistema merecedor de respeto existe en este país que no sea
una farsa gigantesca, un envoltorio para facilitar el enriquecimiento
injusto de las castas que siempre han dominado? No hay diferencias
ónticas desde el punto de vista antropológico con países del tercer
mundo donde unas etnias, tribus o clanes se alternan en el poder por
medio de guerras. Es más, este país es peor. Aquí siempre, durante
siglos y siglos, domina la misma tribu.
Los que vivimos parte de
nuestra vida bajo una tiranía sabemos bien que es muy gratificante
respirar libertad de expresión, libertad de reunión, libertad de
circulación, libertad... Pero si esa libertad no va acompañada de una
razonable estabilidad económica, si esa libertad conduce a la
desesperación al sentirse uno desprotegido por el Estado, engañado sin
esperanza alguna de una vida normal; si el poder, tanto el institucional
como el fáctico, están en manos de ladrones, de facinerosos y de
tramposos; si la justicia y el ministerio público se ponen al servicio
de una concreta ideología, de los poderosos, de un clan, recordándonos
punto por punto lo que sucedía en la dictadura; si admitimos que todo
eso es así, la democracia es un estorbo, un aparato tan represor y tan
infame como un sistema totalitario.
El hábito no hace al monje; la
proclama constitucional y legal tampoco deciden el régimen político. La
sociedad española en general carece de esperanzas. Sólo los ricos y
enriquecidos desorbitadamente están a salvo. El bienestar individual y
colectivo sólo proviene de la estabilidad material, emocional y
psicológica. Por eso, si la vida es demasiado azarosa, si las
expectativas de mejorar y superarse son tan remotas que no se atisban,
el marco político y económico que la envuelve se percibe como una
gigantesca prisión. En tales condiciones, si comparamos una dictadura en
la que todo el que no tiene ambiciones políticas está a salvo y sabe a
qué atenerse, con una suerte de democracia donde quien menos pinta es el
pueblo, engañado toscamente por el poder político y el bancario, por
el financiero y el empresarial, por los tribunales y el religioso, haciéndole todos creer que vive en el menos malo de los sistemas
posibles, advertiremos que en realidad ese pueblo se limita a sobrevivir
en un mar de basura donde millones de forzados reman a golpes de
latigazo de sus cómitres.
DdA, X/2.414
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