jueves, 20 de junio de 2013

LA SOCIEDAD ESPAÑOLA EN GENERAL CARECE DE ESPERANZAS

 
Jaime Richart

 Lo mismo da vivir bajo la opresión oficial de una dictadura oficial, que bajo la opresión oficiosa de una parodia de democracia. Al final siempre vive oprimido. Durante la dictadura cargaban los "grises" bajo el mando de matones camuflados, y ahora cargan policías "democráticos" bajo el mando de matones camuflados. Al final, los únicos que a partir de la entronización de la democracia formal en este país están satisfechos (aparte los políticos que se han metido en política para forrarse) son los periodistas; pero los periodistas con buenos empleos, bien situados, esos de presencia permanente en los platós durante años, no los periodistas sin oficio ni beneficio o sometidos al capricho de un proxeneta. Porque los demás, ciudadanos y ciudadanas, es decir, el pueblo en general, no creo que vean una ganancia significativa al pasar de la dictadura a este horroroso régimen de libertades que al final son eso, formales y apenas efectivas.

 Esto no significa que muchos de los que sobrevivimos al régimen represivo precedente lo echemos de menos; lo que sí padecemos es un tremendo pesar, un profundo sentimiento de frustración. Pues, si no hay separación de poderes propia de la democracia moderna -y no la hay; si no hay conciencia de servicio en la clase política salvo las excepciones que tienen una escasa o nula influencia o están alejadas de los focos de verdadero poder -y no la hay; si la Iglesia no ha perdido un ápice de poder y protagonismo después de haber formado parte consustancial de la dictadura franquista imprimiéndole carácter teocrático -y no lo ha perdido; si la invocación solemne de derechos fundamentales sobre vivienda, trabajo y salud, etc contenidas en la pomposa carta magna no tienen otra función sobre el papel que poder alardear de libertad -y no la tiene; una libertad que no sirve para nada cuando las condiciones de vida son miserables excepto para indignarse o para quitarse la vida -y no sirve para otra cosa, ¿qué clase de sistema merecedor de respeto existe en este país que no sea una farsa gigantesca, un envoltorio para facilitar el enriquecimiento injusto de las castas que siempre han dominado? No hay diferencias ónticas desde el punto de vista antropológico con países del tercer mundo donde unas etnias, tribus o clanes se alternan en el poder por medio de guerras. Es más, este país es peor. Aquí siempre, durante siglos y siglos, domina la misma tribu.

 Los que vivimos parte de nuestra vida bajo una tiranía sabemos bien que es muy gratificante respirar libertad de expresión, libertad de reunión, libertad de circulación, libertad... Pero si esa libertad no va acompañada de una razonable estabilidad económica, si esa libertad conduce a la desesperación al sentirse uno desprotegido por el Estado, engañado sin esperanza alguna de una vida normal; si el poder, tanto el institucional como el fáctico, están en manos de ladrones, de facinerosos y de tramposos; si la justicia y el ministerio público se ponen al servicio de una concreta ideología, de los poderosos,  de un clan, recordándonos punto por punto lo que sucedía en la dictadura; si admitimos que todo eso es así, la democracia es un estorbo, un aparato tan represor y tan infame como un sistema totalitario.

 El hábito no hace al monje; la proclama constitucional y legal tampoco deciden el régimen político. La sociedad española en general carece de esperanzas. Sólo los ricos y enriquecidos desorbitadamente están a salvo. El bienestar individual y colectivo sólo proviene de la estabilidad material, emocional y psicológica. Por eso, si la vida es demasiado azarosa, si las expectativas de mejorar y superarse son tan remotas que no se atisban, el marco político y económico que la envuelve se percibe como una gigantesca prisión. En tales condiciones, si comparamos una dictadura en la que todo el que no tiene ambiciones políticas está a salvo y sabe a qué atenerse, con una suerte de democracia donde quien menos pinta es el pueblo, engañado toscamente  por el poder político y el bancario, por el financiero y el empresarial, por los tribunales y el religioso, haciéndole todos creer que vive en el menos malo de los sistemas posibles, advertiremos que en realidad ese pueblo se limita a sobrevivir en un mar de basura donde millones de forzados reman a golpes de latigazo de sus cómitres.
DdA, X/2.414

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