Luis Arias
Hablaba Unamuno de escritores ovíparos y vivíparos. Los primeros eran
aquellos que publicaban libros largamente empollados a lo largo del
tiempo. En el caso del huevazo a don Victorino, sucede algo similar,
pues se trata de
una indignación creciente que encontró su ocasión pintiparada en el
momento en el que el empresario minero abandonaba los juzgados de Cangas
Es inevitable preguntarse la casuística que nos llevó al
actual estado de cosas. Escribí no hace mucho lo sorprendente que
resultaba que, a estas alturas, haya concejos en el suroccidente
asturiano en manos de este empresario leonés. Y en Cangas se sabe muy
bien hasta dónde llega el poder de tan ínclito y poderoso ciudadano.
La
subvención como cebo y reclamo. Tan pronto desaparecen las ayudas
públicas a tan modélico personaje, la ruina la sufren los trabajadores y
toda la cadena social que depende de sus sueldos. Un hombre que tiene
como destino las subvenciones. Una masa social indignada y desvalida.
Mientras tanto, el gobiernín socialista ni sabe ni contesta.
DdA, X/2.421
No hay comentarios:
Publicar un comentario