martes, 18 de junio de 2013

EL TEMOR DEL PODER A LOS HOMBRES DE PIE DE TAKSIM


Félix Población

Preste el lector atención al vídeo. El hombre solitario que acude a la plaza Taksim de Estambul y se afinca como ún árbol con los brazos en los bolsillos del pantalón y una mochila sobre los hombros, ha permanecido inmóvil durante seis horas. Su presencia ha sido motivo de sospecha para la policía, que lo ha acosado y registrado concienzudamente, sin que en ningún momento El hombre de pie mostrara la más minima señal de reacción. Entre sus pertenencias podemos apreciar un libro. Después de comprobar que El hombre de pie solo era eso, un hombre de pie y en silencio, la policía se ha ido. 

Al cabo de unas horas, caída ya la noche sobre la ciudad, se han empezado a arremolinar más hombres y mujeres de pie, en la misma actitud que el primero. Todos en silencio, pero con la misma resolución de afincamiento que los árboles, tan amados por el pueblo turco. Al final, en torno al escenógrafo Erdem Gündiz, se juntaron varios centenares de personas. No se sabe en qué momento el número de concentrados resultó molesto, lo cierto es que la policía retornó para desalojarlos, acaso porque su silencio y la inmovilidad de su presencia se podrían convertir en algo más que un grito y una masiva movilización.  

La plaza Taksim fue desalojada a la fuerza por los antidisturbios el pasado sábado y hasta el lunes no se levantó  la prohibición de transitar por ella. Un comunicado de la oficina del gobernador de Estambul había advertido de la ilegalidad de los llamamientos cuyo objetivo es impedir el mantenimiento de la armonía y la seguridad en la plaza y sus alrededores. La imagen de Gündiz y todos los que le acompañaban era un ejemplo de armonía y dignidad solidarias, afincados en el asfalto, inmóviles y en silencio como los árboles centenarios que ese mismo gobernador pretende talar para levantar en Taksim un gran centro comercial. Por esa tala se iniciaron las protestas y al ver al Hombre de Pie de Taksim, tan bien arropado por quienes le imitaron, he tenido la intución de que esa puede ser una capacidad de respuesta muy sólida ante los desmanes de todos los poderes. 

Por un momento he llegado a imaginar que, a partir de ahora, las concentraciones de resistencia al imperio depredador de los mercados iban a plantearse tal como ha puesto en marcha el escenógrafo turco de Estambul: con las plazas del mundo llenas ciudadanos de pie como los árboles y haciendo sonar su silencio con más fuerza que el más indignado de los gritos, como ágoras plenas de elocuencia muda.

DdA, X/2.412

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cada ciudadano de pie podría ser sustituido por otro cada cierto tiempo y así sucesivamente, turnándose de modo indefinido hasta que el silencio y la presencia molestaran. Y vuelta a empezar.

Anónimo dijo...

Un hombre de pies es mucho más que un hombre sentado.

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