lunes, 3 de junio de 2013

EL CUERPO SOCIAL DE ESPAÑA, MANEJADO POR MISERABLES, SE DESPLOMA

Jaime Richart

En medio de un panorama desolador dominado por necios gobernando sin más imaginación que la precisa para hacer fortuna personal y de clan, estamos viendo cómo se deshilacha el entramado del sistema en Europa. Empezando por este país.

 La Política es una mera superestructura cambiante de lo eco­nómico (Marx). Tan cambiante es, que en la  vieja Europa, de la política ya se ve su ocaso. Y en España, a la incontrolada y quizá incontrolable economía de mercado se suman el despilfa­rro, el latrocinio, las torpezas, las debilidades y los abusos de los dominadores así como la proverbial malicia y estupidez de sus gobernantes. Eso es lo que perfila aquí la amortización de la política tal como se ha venido entendiendo hasta ayer. En el mejor de los casos, si no se produce antes un cataclismo social en Europa, la política y los profesionales españoles deberían acabar expulsados en España. Por no querer o no poder some­ter la economía financiera, porque un gobierno conservador dilapidó el capital de las empresas públicas del Estado en el pe­riodo que se gestó la burbuja inmobiliaria, y por la caducidad de todo lo aparatoso envuelto en solemnidad...

 La ciudadanía se empobrece paulatinamente, hasta estar al­canzando el estatuto del siervo. Los únicos negocios que se mantienen son los pensados para la subsistencia: alimentación, medicamentos y ¡bares!. Todavía puede contarse el número de los desgraciados. Pero llegará el momento que ni siquiera val­drá la pena el recuento. Aún es sólo un rumor, pero pronto es­cucharemos el ¡sálvese quien pueda!

 El proceso es irreversible e invasivo. España, mejor dicho, su cuerpo social manejado por miserables, se desploma. Si alguna vez los sindicatos tuvieron algún poder efectivo, ya pueden ir despidiéndose de su papel institucional. Decretos y leyes igua­les a decretos van arrasando lo que se había logrado y quedaba de digno en el mundo del trabajo: a la postre, todo vestigio de dignidad. Pese a lo que pueda decirse, tal como están las cosas, el aire que se respira es el de una economía de guerra para  grandes mayorías que no han tenido culpa de nada;  grandes mayorías que sobrenadan mientras los provocadores del desas­tre que han puesto a buen recaudo su fortuna fuera del país, contemplan el naufragio desde enormes y lujosas balsas...

 Tantos esfuerzos históricos, tanta lucha por lograr derechos laborales, derechos fundamentales, derechos universales, dere­chos y más derechos... de papel, para terminar de nuevo bajo las garras de los mismos explotadores que han dominado a lo largo de toda su historia a este país; instigados y reforzados en esta ocasión sus dueños, por sus conmilitones europeos, No hay salvación. Los políticos, grandes empresarios y banqueros sin conciencia, indiferentes a ella, son los autores de la progre­siva exclusión social de cada día más numerosos sectores de población. No podemos esperar nada de los políticos y la polí­tica convencionales. Lo único que puede sacar al país de este marasmo son las asociaciones cívicas y los movimientos ciu­dadanos. En suma, la revolución.

DdA, X/2.403 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo; estamos gobernados por miserables y quienes tendrían que dar la batalla al lado de los ciudadanos, apenas si elevan sus voces en defensa de todos los derechos que esta derecha salvaje está laminando. Después de ver y oir la entrevista al presidente de Uruguay, Múgica, pienso la carcajada que habrá soltado algún Bárcenas, Cospedales, Mato,,,etc, que no van precisamente "ligeros de equipaje..." !
Qué desgracia de país, con tanto ladrón suelto.

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