"En la luna negra / de los bandoleros, / cantan las espuelas". Así arranca una popular canción del Lorca
más arrebatadoramente provinciano, escrita en otros tiempos —los años
20 del siglo XX— que evocaban tiempos aún más remotos —mediados del
XIX—, pero sus versos le vienen al pelo a las posmodernas desventuras de
las invertidas reencarnaciones de Juan Palomo y 'El Tempranillo', uséase, el conseguidor Juan Lanzas y el dispensador Javier Guerrero: los bandoleros que muñeron la asechanza sureña que Agustín Rivera ha regalado a la posteridad en su pintiparado El cortijo andaluz. "Andalucía es, desde hace tres decenios, un Régimen. Populista". Lo tiene escrito Gabriel Albiac
y lo sabe todo hijo de vecino. "Un régimen que, de hecho, ha funcionado
con la contundencia de apisonadora propia a los sistemas de partido
único". Por consiguiente, el caso de los ERE fraudulentos consentidos por la Junta —con sus intrusas prejubilaciones, sus mordidas empresariales y sus intermediarias sobrecomisiones— es lo mínimo que cabía esperar de tan arraigada política cortijera. Advirtió la difunta Margaret Thatcher
que "el socialismo fracasa cuando se le acaba el dinero de los demás"
y, atendiendo a razones, no hay quien ose discutir su férrea sentencia.
El jaranero mandamás del currelo andaluz
derrochó un dineral público en lumis, cubatas y farlopa, hasta caer
intoxicado, y los progenitores de su factótum sindicalista han
reconocido a la benemérita que en su casa había "dinero para asar una vaca" —que no llegan a ser los miles de millones referidos por el hiperbólico Rajoy,
pero casi—. Total, que entre unos y otros se han dejado pochar la rosa
de la socialdemocracia meridional, y el runrún de la sospecha alcanza ya
a los omnipotentes Griñán y Zarrías. Mientras esperamos que la justicia ordinaria
los ponga en su lugar, nos consolamos con la lorquiana justicia
poética: "En la luna negra, / sangraba el costado / de Sierra Morena".
DdA, X/2.406
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