Cuando la tierra tiembla de miedo a sus pies. Cuando el cielo manda olor a azufre y no es el demonio. Cuando la lluvia que llueve es ácida y gris. Cuando el pillán ronca como dormido pero no está dormido. Cuando abre la boca y humea. Y se prepara para regurgitar. Cuando se mueve el mundo que ellos pisan, en los tobillos de la cordillera, los mapuches de Huayquillán saben que el volcán está exasperado.
Los ancianos transmiten la verdad a los que
van naciendo y sobreviven a una conquista del desierto que nunca acabó.
El volcán Copahue, en realidad, está vivo. Es un espíritu. Un pillán.
Es la cosmovisión de la comunidad, como la cosmovisión cristiana relata a
un hombre bueno al que asesinaron para resucitar al día tres.
Cada comunidad mapuche está emparentada con
un volcán. A Huayquillán le tocó el Copahue. Allí está toda la energía
que pone en pie a los árboles y en vuelo a los pájaros. Todo lo bueno y
lo malo de los hombres se arremolina en la boca del volcán. Y cuando lo
malo es aluvional, se fastidia. “Cuando se le hace algo a la tierra,
ella lo devuelve con señales”, dicen.
Hacía doce años que el volcán dormía. Pero
el gobierno de Neuquén quiere construir una planta geotérmica en los
alrededores. Los mapuches saben que sería un castigo. Que le quitarían
al volcán la energía que mantiene en pie a los árboles y en vuelo a los
pájaros. “Queremos que el volcán sea libre”, dicen.
En diciembre el Copahue comenzó a humear.
Se despertó de visible malhumor. La obra cuesta 134 millones de dólares y
la mayor parte sería aportada por el Banco Interamericano de
Desarrollo. Mapuches de Huayquillán tomaron coraje y viajaron al Ombligo
Civilizado para ir a las oficinas del BID en Esmeralda y Mitre y
avisarles que el volcán estaba irritado. Que corren peligro las termas y
el glaciar. Que la energía de la planta geotérmica serviría para poner
en marcha un proyecto minero a cielo abierto. Que quitarle la energía a
él es menos caro que buscar otras fuentes.Que ni el pillán ni la comunidad Huayquillán están dispuestos a que el mal llueva ácido sobre la vida en paz.
Por eso el Copahue vuelve a toser con reflujo en estos días. Por eso tiemblan los valles otra vez. Son las razones del volcán.
DdA, X/2.401
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