Los medios españoles, aún los más valientes, siguen siendo obsecuentes o conniventes. Es relativamente normal e inevitable que quienes
rigen los medios informativos tengan su personal posición política y su
propia ideología. Pero todo tiene un límite y un término medio. Y lo
mismo que un juez debe ajustar su criterio a las leyes penales, los
periodistas se deben a la ecuanimidad y al sentido ético de la
ciudadanía, y no al ausente de los corruptos. Porque de lo contrario se
convierten en meros comisarios políticos de los partidos y de sus
dirigentes. Desde luego no es éste el papel que espera la ciudadanía de
los medios.
Es más, las investigaciones periodísticas sobre tanta
corrupción que ha salido a relucir dan la impresión de que tienen que
ver más con la explotación de una baza comercial que del propósito de
cumplir el cometido que se vienen atribuyendo desde hace mucho tiempo en
los países democráticos. Da la impresión de que, aunque bien venidas
sean, la notable disminución de la venta de ejemplares y una crisis
económica interna en los dos rotativos principales que se han ocupado de
dichas investigaciones, han sido las razones de sus esfuerzos
informativos y no las otras.
Hace unos días, el ex presidente Aznar fue
entrevistado en Antena3 por la propia directora de la cadena. La lógica
más elemental (la lógica común de la ciudadanía) demandaba preguntas
inexcusables que no hizo la entrevistadora, como "¿Tiene usted razones
especiales e inconfesables para querellarse contra El País y el Grupo
Prisa, pero no contra El Mundo que ha publicado prácticamente lo mismo
sobre el mismo asunto que le afecta a usted?". O, "Usted y precisamente
El Mundo siguen atribuyendo a ETA la autoría del atentado del 11M, pese a
las resoluciones judiciales de los Altos Tribunales. Aparte de que eso
es suficiente para la inmensa mayoría de españoles, ¿no cree que si
hubiera sido ETA, que siempre ha reconocido sus crímenes para
rentabilizarlos, hubiera reivindicado el atentado? ¿Cree usted que es
normal semejante obstinación 5 años después?
Aunque el entrevistado no las hubiera contestado o se
hubiera ido por la tangente, dichas preguntas le hubieran puesto en otro
compromiso y, sobre todo, hubiera respondido al diario más contumaz como
es El Mundo. Hay que tener presente que el personaje entrevistado
metió, innecesariamente y con mentiras, a este país en una guerra, con
la oposición del 82 por ciento de la ciudadanía; reformó la Ley del
Suelo, dando lugar a la burbuja inmobiliaria, de nefastas consecuencias
para todo el país; celebró la boda de su hija con recursos sospechosos y
como si hubiera sido un emperador; forzó la compra, con fondos
públicos, de una medalla del Congreso de Estados Unidos en homenaje a su
persona; mostró siempre y sigue mostrando, en fin, la catadura del
hombre infame. Sin embargo, la entrevistadora no se atrevió a dejar de
seguir siendo obsecuente, dócil, con él.
Estos y muchos otros detalles ponen en evidencia que
los medios oficialistas, llegado el momento propicio, amagan pero no
dan. No resulta extraño que muchísimos políticos, Cajas y empresarios se
hayan pasado años envueltos en una corrupción inusitada y generalizada,
y sólo cuando la crisis les alcanza a los medios, éstos se deciden a
airearla. Si los medios de este país hubieran vigilado para cumplir con
su papel informador e investigador desde el principio, seguro que la
corrupción, sin parangón en ningún otro país por el número de casos y el
monto del desvalijamiento de las arcas públicas, no hubiera llegado a
las cotas inusitadas de todos conocidas.
DdA, X/2398
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