Este Lazarillo no pierde ocasión de citar a su admirado Eduardo Galeano cada vez que encuentra el nombre del escritor y periodista uruguayo en algún evento relacionado con su oficio, aunque algunas de sus declaraciones le resulten ya conocidas. En esta ocasión, la entrevista tuvo lugar en Nueva York, en donde Galeano estuvo con ocasión del Festival Internacional de Literatura Voces del Mundo. La información procede de Sur y Sur, a traves de mi apreciado colega PiensaChile, y aunque los lectores de este diario puedan ya conocer alguno de los comentarios, no me resisto a reiterarlos como recordatorio de su lucidez, al tiempo que añado otros nuevos. En la ciudad neoyorkina, el maestro de cuentos donde se rescata la historia 
invisible, habló sobre cómo acercarse a la verdad; conversó sobre sus 
maestros, su tarea de escritor, las palabras andantes y el arte como una mentira que dice la verdad, parafraseando a Picasso. Sobre su trabajo, afirmó: Intento ayudar a recuperar los colores y la
 luz del arco iris humano, algo mutilado por años, siglos, milenios de 
racismo, machismo, guerras y más. Subrayó: Somos mucho más de lo que se 
nos dice.
Preguntado por su entrevistadora, la profesora y autora Jessica 
Hagedorn, de dónde surgió el título de su libro mas reciente, Los hijos 
de los días, Galeano contó que es de un concepto de una comunidad maya 
en Guatemala, donde se dice que todos somos los hijos e hijas de los 
días. Por eso, agregó, cada día está hecho de historias que contar, de 
ahí eso de que todos estamos hechos de átomos y de historias también.
Al comentar sobre la valentía, tema de este año del festival anual de
 PEN, Galeano afirmó que en general esa palabra suele aplicarse a gente 
que mata, a héroes militares, pero hay otras expresiones cotidianas de 
esa virtud. Una vez me preguntaron quién era mi héroe favorito, y ese 
día me había llegado al acto en taxi. Ahí se me ocurrió que mi héroe era
 el chofer del taxi, alguien que tenía tres trabajos para dar de comer a
 sus cinco hijos y trabajaba jornadas de 21 horas. Él era mi héroe.
De Rosa Luxemburgo, Galeano dijo que para él, ella fue una de las 
llaves que abrió los secretos del mundo, y leyó un texto sobre ella: 
Rosa buscaba un mundo donde la libertad no sería sacrificada para la 
justicia, ni la justicia sacrificada para la libertad.
Sobre el tema de migración, recordó que tal vez los primeros 
migrantes de la historia humana fueron Adán y Eva, e invitó a imaginar 
que si el mundo americano precolombino hubiese aplicado el tipo de leyes
 antimigrantes de hoy día, a los españoles no se les hubiera permitido 
ingresar a México, Perú, Guatemala o Estados Unidos por no tener papeles
 ni visas.
Habló del terrorismo, y leyó un texto sobre cómo ha servido para que 
los que dicen que están batallando contra ese mal son los responsables 
de actos de terror con drones, secuestros y la imposición del temor. 
Ellos deberían ser los mas buscados. Recordó que fue en 2008 cuando el 
gobierno de Estados Unidos finalmente borró de sus listas de terroristas
 el nombre de Nelson Mandela.
Alguien del público preguntó cuál ha sido su reto más grande como 
escritor. Galeano recordó que estuvo en un pueblito minero en Bolivia, 
donde la expectativa de vida era de 30 años a causa del trabajo 
peligroso y contaminante de las minas, cuando una noche de borrachera le
 preguntaron cómo era la mar. Tuve que traer la mar a ellos, describirla
 para que la sintieran, necesitaba palabras capaces de mojarlos.
Otro preguntó quiénes eran sus maestros. Me educan todos los días 
personas anónimas. Agregó que el arte de escribir lo aprendí en los 
cafés de Montevideo; ahí estaba mi universidad, donde se contaban 
historias de tal manera que el pasado se volvía presente; daban vida a 
los muertos. Una joven le preguntó qué aconsejaría a quienes deseaban ser escritores,
 como ella. Galeano respondió: Escucha dos veces antes de hablar una.
No podía faltar, finalmente, una pregunta sobre el fallecido presidente Hugo Chávez: Cuando Chávez hizo su referéndum sobre si el pueblo 
deseaba que se quedara en el poder o se fuera -respondió el escritor uruguayo-, fue la primera vez en la 
historia que un presidente hizo tal cosa, y dio a entender que el poder 
en Venezuela era del pueblo. Recordó que él estaba ahí, junto con Jimmy Carter y César Gaviria como 
observadores oficiales y que interrogaron a todo tipo de ciudadano sobre
 sus experiencias ese día y cómo habían votado. Una mujer, en uno de los
 barrios pobres de Caracas, le comentó que había decidido votar para que 
se quedara el presidente, y al preguntarle la razón, respondió: Porque 
ya no soy invisible.
DdA, X/2379 

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