miércoles, 24 de abril de 2013

SEGÚN ALGUNOS OBISPOS, LAS BICICLETAS SON PARA LOS FETOS

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Ana Cuevas

Yo no sé que se meten los obispos. Puede que el botafumeiro esconda algo más que incienso en su interior. Un potente alucinógeno que abre su mente a psicodélicas conspiraciones urdidas en otra dimensión por demonios cojuelos y rojillos. Sea lo que sea, comparten su "mierda" con las devotas gentes del PP. Es evidente que unos y otros son víctimas de un mal viaje que les provoca síntomas comunes: Una verborrea disociada de la realidad y visiones paranoicas sobre conjuras globales para reducir la población mundial. Algunos, como monseñor Reig Plá, están muy enganchados. Escuchan voces que les susurran los siniestros planes que la ONU, la UNESCO, los partidos de izquierdas y los sindicalistas urdimos para exterminar a la humanidad. ¡Pardiez!, nos han descubierto. Saben que no pararemos hasta convertir en homosexual a todo quisque. Y si queda algún hetero, lo esterilizaremos a la fuerza. ¿Con qué objeto? Ya se sabe que los bolcheviques tenemos fijación con la destrucción del mundo. Es por pura maldad, somos así de retorcidos. 

El obispo Munilla ( otro que parece que aspira pegamento) ha destapado una diabólica trama del partido socialista, ¡átense los machos!: Acusa al PSOE de pretender acabar con los pobres mediante el aborto. ¡Qué perfidia refinada la de estos sociatas! Menos mal que el perspicaz Munilla se ha olido la tostada. ¡Qué listillos! Prometen acabar con la pobreza obligando a abortar a los pobres. Así no quedará ninguno. Un holocausto preventivo que se ha descubierto gracias a la iluminación de un colgado. Perdón, quise decir prelado.

La derecha católica española es una gran defensora de la vida. No como los conjurados que tratamos de frenar la explosión demográfica con la endeble excusa de que el planeta pueda abastecer de recursos a todos. Pero su interés por esas vidas termina en cuanto salen del útero. A partir de ahí, el que coman o no, no les quita el sueño a los obispos. Es más, algunos cristianos, sentimentales y derechones individuos, se sienten indignados por la medida que ha tomado la Junta de Andalucía. ¡Ni que esto fuera Etiopía!, exclamó un dirigente pepero cuando el gobierno andaluz resolvió que todos los niños pobres andaluces puedan comer tres veces al día. ¡Tres comidas al día! ¿Y qué más, una bicicleta?- replicó Buruaga, locutor de esa quinta columna radiofónica episcopal llamada COPE. 

Y es que estos críos desnutridos y harapientos no merecen comida y mucho menos bicicletas. Ya están afuera. Solo importaron los nueve meses que se pasaron chupando de una económica placenta. Si existieran bicicletas para fetos, los obispos saldrían a las calles encabezando beatas multitudes que reclamarían velocípedos para los no-natos. ¿Les parece que alucino? Tiempo al tiempo. Porque los efectos de esta bendita droga cada vez son más imprevisibles. Quizás deberían hablar con su camello. Fijo que les está pasando alguna porquería adulterada... porque si no, no lo entiendo.

DdA, X/2365

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