Yo no sé que se meten los obispos. Puede que el botafumeiro esconda algo
 más que incienso en su interior. Un potente alucinógeno que abre su 
mente a psicodélicas conspiraciones urdidas en otra dimensión por 
demonios cojuelos y rojillos. Sea lo que sea, comparten su "mierda" con 
las devotas gentes del PP. Es evidente que unos y otros son víctimas de 
un mal viaje que les provoca  síntomas comunes: Una verborrea disociada 
de la realidad y visiones paranoicas sobre conjuras globales para 
reducir la población mundial. Algunos, como monseñor Reig Plá, están muy
 enganchados. Escuchan voces que les susurran los siniestros planes que 
la ONU, la UNESCO, los partidos de izquierdas y los sindicalistas 
urdimos para exterminar a la humanidad. ¡Pardiez!, nos han descubierto. 
Saben que no pararemos hasta convertir en homosexual a todo quisque. Y 
si queda algún hetero, lo esterilizaremos a la fuerza. ¿Con qué objeto? 
Ya se sabe que los  bolcheviques tenemos fijación con la destrucción del
 mundo. Es por pura maldad, somos así de retorcidos. 
El obispo Munilla (
 otro que parece que aspira pegamento) ha destapado una diabólica trama 
del partido socialista, ¡átense los machos!: Acusa al PSOE de pretender 
acabar con los pobres mediante el aborto. ¡Qué perfidia refinada la de 
estos sociatas! Menos mal que el perspicaz Munilla se ha olido la 
tostada. ¡Qué listillos! Prometen acabar con la pobreza obligando a 
abortar a los pobres. Así no quedará ninguno. Un holocausto preventivo 
que se ha descubierto gracias a la iluminación de un colgado. Perdón, 
quise decir prelado. 
La derecha católica española es una gran defensora de la vida. No como los conjurados que tratamos de frenar la explosión demográfica con la endeble excusa de que el planeta pueda abastecer de recursos a todos. Pero su interés por esas vidas termina en cuanto salen del útero. A partir de ahí, el que coman o no, no les quita el sueño a los obispos. Es más, algunos cristianos, sentimentales y derechones individuos, se sienten indignados por la medida que ha tomado la Junta de Andalucía. ¡Ni que esto fuera Etiopía!, exclamó un dirigente pepero cuando el gobierno andaluz resolvió que todos los niños pobres andaluces puedan comer tres veces al día. ¡Tres comidas al día! ¿Y qué más, una bicicleta?- replicó Buruaga, locutor de esa quinta columna radiofónica episcopal llamada COPE.
Y es que estos críos 
desnutridos y harapientos no merecen comida y mucho menos bicicletas. Ya
 están afuera. Solo importaron los nueve meses que se pasaron chupando 
de una económica placenta. Si existieran bicicletas para fetos, los 
obispos saldrían a las calles encabezando beatas multitudes que 
reclamarían velocípedos para los no-natos. ¿Les parece que alucino? 
Tiempo al tiempo. Porque los efectos de esta bendita droga cada vez son 
más imprevisibles. Quizás deberían hablar con su camello. Fijo que les 
está pasando alguna porquería adulterada...  porque si no, no lo 
entiendo.
DdA, X/2365 
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