
Félix Población
Este país lleva muchos años publicando
informaciones que incitan al vómito. Desconozco hasta qué punto se ha resentido
la resistencia del respetable, pero mucho me temo que se están rebasando los límites
del hartazgo. No se puede estar tanto tiempo asistiendo al interminable carrusel
de corruptelas políticas sin que la
Justicia actúe contra tanto golfo, depositándolo donde sus
tropelías merecen. Los medios difunden ese bochornoso y esperpéntico espectáculo,
que se nutre cada día con nuevas fechorías, compitiendo cada uno por ser el más
incisivo en levantar nuevos escándalos.
En esa vorágine, el diario ultraconservador La Gaceta ha optado ayer
domingo por elegir para su portada el supuesto aborto de la princesa Letizia,
antes de ser esposa del príncipe heredero Felipe de Borbón y próximo rey de
España Felipe VI. Quienes dirigen ese rotativo, haciendo uso de la rancia
herencia ideológica a la que se deben, demandan a la futura reina consorte de
España una explicación, en base a las afirmaciones sostenidas por David
Rocasolano, un primo canalla de doña Letizia, que no ha podido resistirse a dar
vía libre a oscuros resentimientos de familia con tal de ganar unos miles de
euros a costa de un librejo de inminente publicación al que se le está deparando profusa propaganda.
Se dirá que la noticia de ese supuesto aborto abunda
en el descrédito de la monarquía española, que siendo católica, apostólica y
romana admite como esposa del heredero de la corona a una mujer divorciada que
además ha cometido uno de los pecados que la iglesia de Roma combate con más
denuedo. Sin embargo, lo que más me llama la atención a propósito del libraco
de Rocasolano no es en este caso la hipocresía
de la institución monárquica restaurada por el dictador Francisco
Franco, sino el alarmante grado de pervivencia mental de los tribunales
inquisitoriales en periódicos que, como La Gaceta, evocan con su comportamiento no solo los
procedimientos del Santo Oficio, sino los que el propio general felón instauró
con su régimen.
La
Gaceta de Intereconomía decía ayer, al pie de la foto de doña
Letizia Ortiz Rocasolano, que la princesa
nos debe una explicación, como si el más retrógrado de los diarios que se
publican en España se hubiera erigido en aquel siniestro Tribunal Especial de
Represión de la Masonería
y el Comunismo que, a imagen y semejanza del Tribunal Inquisitorial que soportó
España hasta 1824, impuso al término de la Guerra de España la dictadura franquista para pedir explicaciones por
la vida llevada por cada ciudadano y aplicar después, según los preceptos del régimen,
las consiguientes penas.
Si como republicano puedo celebrar que con el supuesto aborto de doña Letizia la monarquía española quede en evidencia por la hipócrita
adopción de su credo católico, como demócrata deploro que esa noticia, cierta o no, haya hecho emerger la larga noche del
oscurantismo en la portada del citado periódico. Lo mismo hubiera hecho aquel diario católico de los primeros decenios del pasado siglo que, a pesar de llamarse El Siglo Futuro no dejaba de mirar hacia atrás.
DdA, IX/2353
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