lunes, 8 de abril de 2013

EL ABORTO DE LETIZIA Y EL CELO INQUISITORIAL DE "LA GACETA"


Félix Población

Este país lleva muchos años publicando informaciones que incitan al vómito. Desconozco hasta qué punto se ha resentido la resistencia del respetable, pero mucho me temo que se están rebasando los límites del hartazgo. No se puede estar tanto tiempo asistiendo al interminable carrusel de corruptelas políticas sin que la Justicia actúe contra tanto golfo, depositándolo donde sus tropelías merecen. Los medios difunden ese bochornoso y esperpéntico espectáculo, que se nutre cada día con nuevas fechorías, compitiendo cada uno por ser el más incisivo en levantar nuevos escándalos.

En esa vorágine, el diario ultraconservador La Gaceta ha optado ayer domingo por elegir para su portada el supuesto aborto de la princesa Letizia, antes de ser esposa del príncipe heredero Felipe de Borbón y próximo rey de España Felipe VI. Quienes dirigen ese rotativo, haciendo uso de la rancia herencia ideológica a la que se deben, demandan a la futura reina consorte de España una explicación, en base a las afirmaciones sostenidas por David Rocasolano, un primo canalla de doña Letizia, que no ha podido resistirse a dar vía libre a oscuros resentimientos de familia con tal de ganar unos miles de euros a costa de un librejo de inminente publicación al que se le está deparando profusa propaganda.

Se dirá que la noticia de ese supuesto aborto abunda en el descrédito de la monarquía española, que siendo católica, apostólica y romana admite como esposa del heredero de la corona a una mujer divorciada que además ha cometido uno de los pecados que la iglesia de Roma combate con más denuedo. Sin embargo, lo que más me llama la atención a propósito del libraco de Rocasolano no es en este caso la hipocresía  de la institución monárquica restaurada por el dictador Francisco Franco, sino el alarmante grado de pervivencia mental de los tribunales inquisitoriales en periódicos que, como La Gaceta, evocan con su comportamiento no solo los procedimientos del Santo Oficio, sino los que el propio general felón instauró con su régimen.

La Gaceta de Intereconomía decía ayer, al pie de la foto de doña Letizia Ortiz Rocasolano, que la princesa nos debe una explicación, como si el más retrógrado de los diarios que se publican en España se hubiera erigido en aquel siniestro Tribunal Especial de Represión de la Masonería y el Comunismo que, a imagen y semejanza del Tribunal Inquisitorial que soportó España hasta 1824, impuso al término de la Guerra de España la dictadura franquista para pedir explicaciones por la vida llevada por cada ciudadano y aplicar después, según los preceptos del régimen, las consiguientes penas. 

Si como republicano puedo celebrar que con el supuesto aborto de doña Letizia la monarquía española quede en evidencia por la hipócrita adopción de su credo católico, como demócrata deploro que esa noticia, cierta o no, haya hecho emerger la larga noche del oscurantismo en la portada del citado periódico. Lo mismo hubiera hecho aquel diario católico de los primeros decenios del pasado siglo que, a pesar de llamarse El Siglo Futuro no dejaba de mirar hacia atrás.


DdA, IX/2353

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