lunes, 29 de abril de 2013

CONSUMO, DEUDA, DESPOJO Y ABUSO CONTINUADO DEL FUERTE SOBRE EL DÉBIL

Jaime Richart

 El número de ciudadanos y ciudadanas sin trabajo en España al día de hoy es de 6.202.700.
Los tribunales españoles investigan actualmente un total de 1.661 casos de corrupción política y financiera. A los que se suman miles de políticos afanadores del dinero público que no son investigados por falta de valentía o de pruebas. Tres millones de viviendas vacías, el mismo número de los que viven ya en la pobreza o dependiendo de sus mayores, completan un dramatismo estúpido si no fuera por tanta y tan trágica consecuencia.
 Un tropel de banqueros, directivos y empresarios sin escrúpulos, amén de parientes del monarca y el propio monarca, cierran el círculo donde se ubica una sociedad que parece agonizar.  

 Y al frente de todo, un gobierno cuyas aptitudes más resonantes son mentir, hacer sin vergüenza y por norma lo contrario de lo que dijo y dice que va a hacer, tratar de invalidar los procesos penales en curso contra los miembros del partido y culpar a los demás de su propia incompetencia y sus rapiñas.  

 Todo causa y efecto de una sociedad enferma (sus políticos y economistas). Una sociedad que basa su desenvolvimiento y bienestar en el consumo, en la deuda, en el despojo y en el abuso continuado del fuerte sobre el débil en lugar de obsesionarse (sus políticos y economistas) por satisfacer los derechos fundamentales individuales y sociales, es una sociedad enferma.  

 Y todo esto sucede donde, tras una década de embriaguez social propiciada por los dueños del país después de cuarenta años sombríos de opresión política y religiosa, se están haciendo las tinieblas. Y una sociedad enferma de semejante enfermedad, lo que precisa no es políticos. Lo que necesita son filósofos, sociólogos, psiquiatras y economistas que no piensen en clave de capitalismo industrial o de casino; ejecutivos que lo despejen todo y lo corrijan todo desde planteamientos marxistas. 

 Porque sólo los países de socialismo real que, según los necios y los aprovechados antisociales sólo reparten pobreza, y los filósofos que vivimos en una sociedad enferma como la española sabemos cuánta artimaña hay en los asuntos de la Deuda y el consumo causantes de tanto desempleo, tanta gente sin techo y tanta desgracia; cuánto engaño hay en los derechos y las libertades formales, y qué es verdadero bienestar. Por encima de todo: que el dinero no se come.

 Hay que agotar todos los esfuerzos antes de quejarse. Pero en otro caso, si una sociedad enferma como la española no está dispuesta a cambiar al otro sistema político, económico y social existente o inventarse uno nuevo, debe saber que su enfermedad sólo puede remediarse ya con estoicismo. Pues consumo, deuda y enriquecimiento como objetivos (aparte saqueo institucional como método), en estos tiempos de agotamiento de los recursos naturales, son montañas infranqueables que impiden esperar un bienestar colectivo duradero. Sólo queda sitio para la gangrena del depredador: políticos, banqueros y financieros.

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