¿Cómo se atreven en España a hablar de sombras de Chávez cuando aquí,
tras unos años de bambalinas y espejuelos, todo son sombras y personajes
cuando menos grotescos? Incluso la manera de tratar los medios de mayor
difusión al Chávez ya desaparecido y a su política, es un indicador
elocuente del bajísimo nivel democrático de este país. A duras penas ha
podido leerse u oírse a lo largo de los años elogios a un dirigente como
Chávez que, desde el principio hasta su infeliz final y por encima de
todo, se ha ocupado de su pueblo; a diferencia del gobierno español que
sólo piensa en favorecer a los ricos y a los bancos, y desatiende tanto a
millones de ciudadanos que ya ni perciben subsidio, como a los
centenares de miles que son desalojados de sus viviendas por culpa de
los abusos bancarios, del desempleo y de una salvaje política
constructora que les ha deparado a esos políticos comisiones
millonarias...
Los logros y el esfuerzo de Chávez ponen en evidencia y acusan a tantos
politicastros y gobernantes españoles de estos 35 años, de haber
utilizado un régimen que llaman democracia pero es una suerte de
dictadura encubierta usada en su exclusivo provecho y en el de los
constructores; una dictadura que no está personalizada en un sólo
individuo, sino que se reparte entre estamentos completos; una dictadura
que ha heredado los tics de la otra cuya memoria aún perdura en
conductas de los dirigentes de los dos partidos mayoritarios, que sólo
toleran como "correcto" sus respectivas ideologías y demonizan lo que no
sea su pensar...
España, como la Iglesia Católica maestra en hipocresía y disimulo, se
vistió en el año 78 con los ropajes de democracia capitalista. Pero ha
funcionado y funciona en el fondo y en las formas como un régimen
controlado por minorías civiles, económicas y religiosas cortadas con
los mismos patrones que las de la dictadura franquista. Las libertades
formales que tanto alaban esas minorías y los medios afines aun cuando
se vendan como progresistas, son teoría. Y la libertad de mercado, la
principal ficción. En la práctica, como en todos los países del sistema,
la libertad personal verdadera sólo la disfrutan quienes tienen
recursos para vivir como quieren y donde quieren. Y en cuanto a los
mercados, están férreamente controlados y dirigidos por lobbys,
oligopolios y mafias más o menos identificadas. Se han pasado años
cuestionando a Chávez como populista o dictador, cuando ya no hay en
España quien no piense que quien menos poderes tiene para gobernar es
el pueblo que da nombre a la palabra democracia.
Hay otros focos que apuntan a una farsa permanente. La persecución
subrepticia o declarada de la diversidad ideológica. En cuanto no se
ajusta a los deseos e intereses de los principales, se declara
inconstitucional. Sean las ideas que rechazan el mercado, sea el derecho
a decidir, sea la propia monarquía... Esa persecución la practican los
poderes institucionales, los fácticos y la práctica totalidad de los
medios oficialistas de difusión nacional. Todo constata que vivimos en
una farsa permanente de democracia. Los verdaderos dueños del poder
legislativo, ejecutivo, judicial, religioso y económico, así como los
medios alineados por acción u omisión con ellos, nos constriñen
constantemente a creernos una mentira tras otra y a tragar la ideología
neoliberal tan nefasta para el pueblo que, sin prisa pero sin pausa está
laminando a millones de españoles. Y no sólo eso, también coartando
gravemente la libertad de quienes, entre otros motivos, por sentir
vergüenza de pertenecer políticamente a este país, desean desvincularse
territorialmente de España.
Foto: Panorámica de la masiva manifestación popular que tuvo lugar en Caracas durante el traslado del cortejo fúnebre de Hugo Chávez Frías y que no hemos podido ver en ninguno de nuestros medios de comunicación, como tampoco las concentraciones igualmente masivas que se dieron en vida del presidente venezolano cada vez que eran convocadas para escucharle.
Foto: Panorámica de la masiva manifestación popular que tuvo lugar en Caracas durante el traslado del cortejo fúnebre de Hugo Chávez Frías y que no hemos podido ver en ninguno de nuestros medios de comunicación, como tampoco las concentraciones igualmente masivas que se dieron en vida del presidente venezolano cada vez que eran convocadas para escucharle.
DdA, IX/2326
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