He leído atentamente las alegaciones presentadas por Europa Laica,
mediante “audiencia por escrito”, al Consejo de Estado, sobre el anteproyecto
de Ley de Mejora de la
Calidad Educativa (LOMCE) y no puedo menos que valorar
positivamente el trabajo realizado y las alegaciones y gestiones llevadas a
cabo para conseguir la "audiencia por escrito" del Consejo de Estado,
y para, una vez convertido el Anteproyecto en proyecto en el Congreso, poder
igualmente presentarlas a los grupos parlamentarios.
Sin embargo, considerando la celeridad y la contundencia con que se va
ejecutando el cambio de rumbo y de contenidos en materia educativa por parte
del actual Gobierno del Partido Popular, me pregunto si los métodos, las vías y
los ritmos de oposición a la
LOMCE por parte de Europa Laica sucumbirán necesariamente a
un retraso burocrático e institucional que hará baldías, de hecho, sus
gestiones y alegaciones tanto en el Consejo de Estado como en el Congreso de
los Diputados. El actual sistema, cada vez más caduco, inocula caducidad a
quienes osan acercarse hasta la viscosidad de sus tentáculos.
En primer lugar, basta repasar someramente la composición del actual
Consejo de Estado para cerciorarse de que las alegaciones presentadas por
Europa Laica contra la LOMCE
tienen muy escasa, por no decir nula, posibilidad de ser atendidas y mucho
menos aceptadas. ¿Así las cosas, corremos el riesgo de que tantas energías
empleadas acaben en un acto “in vacuo”, en el vacío? Y no puede vaticinarse
otra cosa distinta, dada la mayoría absoluta del Partido gobernante y la
indefinición del hasta ahora principal grupo de oposición y otros grupos
parlamentarios, cuando pudiere llegar a determinados grupos parlamentarios.
Hoy el combate verdadero y real (utilizo muy intencionadamente el término
“combate”) está en las calles y en las plazas, en los centros de trabajo y en
las asociaciones, colectivos y organizaciones ciudadanas que acometen
diariamente ese combate. Hay poco tiempo ya para planteamientos que queden a la
expectativa del cumplimiento de determinados proyectos a medio y largo plazo ni
de la actividad de las organizaciones políticas y sindicales tradicionales ni
de la fofa generosidad de algunas instituciones del Estado de postín, pues no
están en condiciones ya de garantizar la salvaguarda de los derechos y
libertades de la ciudadanía, incluido el derecho a la libertad de conciencia en
plena igualdad de condiciones y la existencia de una escuela pública, laica,
universal y de calidad.
Como advierten, entre otros, los profesores Josep Fontana, Susan George y
Jean Ziegler, si nos quedamos anclados dentro de los engranajes del sistema,
aceptando las reglas de juego impuestas por el propio sistema y ateniéndonos a
sus tiempos y procedimientos, solo nos resta esperar más desigualdad, menos
derechos, más confesionalidad y más represión para que nadie lo cuestione. Por
el contrario, esos profesores ponen lúcidamente su esperanza en que los
movimientos de contestación social lleguen a meter el miedo en el cuerpo al
sistema, pues los beneficiarios económicos, políticos e ideológicos del mismo
ya no quieren ni pueden entender otro lenguaje.
Como botón de muestra, hace ya años expliqué a algunos sindicatos y a
algunos miembros destacados del movimiento laicista que, tras muchos años y
muchas legislaturas de todo tipo y
pelaje, y ateniéndonos a la realidad en lugar de a consignas, solo podría tener
éxito la lucha contra la presencia de la asignatura de religión en la escuela
pública si el profesorado de los centros públicos comunicase a los Órganos
Directivos autonómicos, provinciales y locales que, apelando al derecho
fundamental de libertad de conciencia, se declaraban objetores de conciencia
para impartir la asignatura “Alternativa a la Religión”, en todas sus
denominaciones. Si tal movimiento de objeción fuese importante se produciría
ipso facto el bloqueo del funcionamiento del centro educativo en lo que
respecta a la enseñanza de doctrinas y creencias religiosas durante su horario
lectivo. Pues bien, Europa Laica podría y debería ser una importante correa de
impulsión y trasmisión de tal
iniciativa.
Los actos y gestiones de corte institucional encaminados a abrir brecha
hacia la aconfesionalidad de las instituciones del Estado son necesarios y
merecen el apoyo de todas y de todos. Sin embargo, a fin de no quedar
finalmente convertidos en motivos decorosos y decorativos, las gestiones
institucionales deben estar permanentemente sostenidas en acciones ciudadanas
directas y pacíficas, mediante las cuales las estructuras de poder vean perturbado
su status quo. De no ser así, el porvenir del laicismo en España está en el aire.
DdA, IX/2330
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