De
todas las razas de perros, hay una cuya triste realidad vital resulta
desoladoramente conmovedora: el galgo. En España, un elevadísimo número de galgos son abandonados o sacrificados al año y la razón es tan
sencilla como cruel: mientras que con otros miembros de su especie la
convivencia con su cuidador propicia un fuerte vínculo emocional, la
existencia del galgo es concebida desde
su nacimiento como una mera herramienta, un objeto. El galgo no se cría
ni se adopta con el fin de formar parte de nuestro ámbito familiar. Se
le cría exclusivamente para ser usado, principalmente en el entorno de
la caza. La vida “útil” de un galgo en ese ámbito es de dos años.
Durante ese tiempo se les mantiene confinados en zulos inhabitables, se
les alimenta de forma precaria, se les entrena para correr atándolos a
vehículos a motor y se los encierra hasta que llega la temporada de caza
como quien guarda una azada en un trastero hasta que se necesita echar
mano de ella. Pasados esos dos años y cuando el animal se vuelve mas
lento, más perezoso, más torpe, en definitiva, cuando deja de rendir
beneficios, pasa a convertirse en un “objeto” tan inútil como puede
serlo una podadora estropeada o un coche que ya no funciona. Se
convierte en “inservible”. Y se hace con ellos lo mismo que con los
útiles estropeados o que ya no sirven: se deshace uno de ellos y se
procura uno nuevo que funcione bien.
Es más rentable criar una camada de
nuevos galgos que mantener a los que ya han dejado de cumplir el
cometido que se les exige. ¿Suena cruel tratándose de seres vivos? Lo
es. ¿Creen que exagero? Es sencillo hacer la prueba. Paseen por todos
los criaderos de galgo que quieran y comprueben con sus propios ojos
cuantos galgos mayores de dos años ocupan un lugar allí. Pero esa
concepción fría y calculadora acerca de la existencia de un ser vivo
alcanza la máxima expresión de horror y vileza cuando uno conoce las
atroces formas empleadas para deshacerse de esas viejas “herramientas”.
Apelando a una brutal tradición –“Un galgo viejo no vale el precio de
una bala” suele decirse- se les cuelga de los árboles dejando que sus
patas traseras rocen el suelo para que la agonía del animal sea más
larga, se les arroja a pozos para que se ahoguen, se les apalea hasta la
muerte, se les prende fuego o simplemente se les abandona a su suerte
aprovechando que no disponen de chip identificador, producto de la
ausencia de control en la cría de las camadas. Hay quien se pregunta por
qué los criadores de galgos no actúan de forma más “clemente”
entregando a la perrera a los animales que ya no les son útiles. La
respuesta vuelve a ser tan sencilla como inhumana: la rotación de
ejemplares por temporada en un criadero suele ser de unos quince galgos.
La entrega de quince galgos al año a una perrera despertaría demasiados
recelos y quizá hubiese que dar demasiadas explicaciones. Es más cómodo
y menos complicado deshacerse de ellos por métodos expeditivos y
tirarlos al vertedero como quien se deshace de una lavadora vieja. Hasta
ese punto son considerados “objetos”.
Por fortuna, la concienciación hacia este tipo de crueles prácticas hace que, poco a poco, la situación de esa raza vaya cambiando. Cada vez son más personas las que descubren que son animales dóciles, nobles, tranquilos y extremadamente fieles y los adoptan como miembros de su familia. Aun así, su realidad vital sigue siendo extremadamente dura y comprometida. Y lo seguirá siendo en lo que no se promuevan leyes que castiguen de forma severa estas prácticas inhumanas. Medidas que impulsen de forma férrea el control de la cría de galgos, la erradicación de la crianza indiscriminada y la obligatoriedad de identificar con chip a todos los animales nacidos de una camada. Si quieres aportar tu granito de arena con esta causa, difunde esta información. Conciencia a las personas que conozcas de la triste y oscura realidad de estos animales y participa en todas las iniciativas que lleguen a tus oídos para erradicar estas crueles prácticas. Ellos te lo agradecerán.
Por fortuna, la concienciación hacia este tipo de crueles prácticas hace que, poco a poco, la situación de esa raza vaya cambiando. Cada vez son más personas las que descubren que son animales dóciles, nobles, tranquilos y extremadamente fieles y los adoptan como miembros de su familia. Aun así, su realidad vital sigue siendo extremadamente dura y comprometida. Y lo seguirá siendo en lo que no se promuevan leyes que castiguen de forma severa estas prácticas inhumanas. Medidas que impulsen de forma férrea el control de la cría de galgos, la erradicación de la crianza indiscriminada y la obligatoriedad de identificar con chip a todos los animales nacidos de una camada. Si quieres aportar tu granito de arena con esta causa, difunde esta información. Conciencia a las personas que conozcas de la triste y oscura realidad de estos animales y participa en todas las iniciativas que lleguen a tus oídos para erradicar estas crueles prácticas. Ellos te lo agradecerán.
PUNTOS DE PÁGINA
La justicia en España
Las cinco arrestadas del clan de bosnias suman más de 300 antecedentes
policiales y no van a poder acceder a ninguna instalación del suburbano o
del metro. Tal vez a las bandas chinas se les prohibirá frecuentar las
tiendas y los restaurantes chinos, y a los ladrones de bancos y joyas se
les impedirá por ley acceder a bancos y joyerías. La justicia en España
es una broma.— Peter Fieldman.
DdA, IX/2.315
1 comentario:
Hubo alguien desde la tribuna del Congreso que dijo que los animales no tienen derecho a la vida.
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