Es sabido que el presente es efecto del pasado y causa del futuro... Pero más allá de las explicaciones académicas de la economía, de la
macroeconomía y de las finanzas acerca de lo que ha ocurrido en este
país, lo cierto es que España no estaba preparada para esto, para
digerir el gran endeudamiento. Este país pasó bruscamente de la
autarquía franquista y de un sentido general del ahorro, al
endeudamiento masivo. Los fondos recibidos de Europa tuvieron la
finalidad de contribuir a la modernización del país y a ayudar a la
pimpante democracia.
Pero los administradores públicos nunca se habían
visto con tanto dinero junto y se volvieron locos. Gran parte del dinero
se perdió en obras suntuosas y superfluas que generaron empleo mientras
se realizaban, pero no más riqueza ni más empleo después. Otra parte
fue a parar a la construcción extensiva de obras públicas y, sobre todo,
de viviendas privadas sólo accesibles a través de la hipoteca, es
decir, de más endeudamiento de la ciudadanía con los bancos. Y otra, a
los bolsillos de los cómplices de los propios administradores o de estos
a través de mordidas, comisiones o recompensas.
A este trajín se ha dedicado este país los treinta
últimos años, dejando sobre el campo desolación, desahucios masivos y
tres millones de viviendas vacías. Así, de la cultura del ahorro
heredada del franquismo, pasó al desenfreno del gasto y del consumo sin
sentido. Como el recluso salido de la prisión que se aturde ante la
libertad de la que fue privado; como el nuevo rico que de la noche a la
mañana se ve con tanto dinero fácil que no sabe qué hacer con él, pierde
la conciencia social que quizá tuvo y hasta el sentido del gusto, y se
potencian en él el egoísmo y la ambición sin límites.
El concepto "ahorro" había sido fundamental hasta el
tránsito a este remedo de democracia. Pero, al ceder repentinamente el
sentido lícito y práctico que hay en el comportamiento de la hormiga; al
recibir la ciudadanía machaconamente mensajes publicitarios de todo
tipo lanzados desde la banca y desde las prestigiosas (entonces), Cajas
de Ahorro que le incitaban a endeudarse, el ciudadano inició una carrera
a ninguna parte que ha terminado sumiéndole después en depresión y
desesperación, y en una instintiva desconfianza hacia la banca y los
banqueros, hacia los políticos y la política. Porque todo ello ha
ocurrido además ante la mirada indiferente o complaciente de los
sucesivos gobiernos de los dos colores únicos, con exclusión de los
demás. En efecto. Sólo dos partidos, dos ideologías próximas, dos
mentalidades instaladas aún en el talante picaresco de buena parte de lo
hispano, han dominado y gobernado en este país durante 37 años. El
resto de mentalidades ha contado muy poco. Sólo han servido para que los
otros pudieran presumir de diversidad en un país diseñado por esas dos
facciones que, así las cosas, resulta irrelevante para el desarrollo del
principal factor de cambio que es justo la mentalidad ahora rehén de la
preponderante.
Por eso es lamentable que el partido de los ricos y
acomodados no sólo no haya evolucionado hacia la conciencia social de la
que siempre careció, sino que ha acentuado la carencia y cada día más
se advierte dramáticamente su falta. Pero más lamentable, si cabe, es
que el partido que se postuló como el gestor prudente de la economía no
ya socialista sino mixta, permitiese con su pasividad, su participación
en el saqueo general y su patente pusilanimidad, que este país se
aproxime rápidamente a la quiebra moral de buena parte de su sociedad
asociada a la quiebra económica.
Y si digo que todo ha sucedido ante la mirada
incompetente y cómplice de los sucesivos gobiernos del país, no olvido
el papel asimismo lamentable de los gobiernos europeos. Los gobiernos
europeos de la Europa banquera y económica, cometieron la imprudencia
temeraria de poner multimillones en manos de una nación cuyas
condiciones psicológicas y sociales, aún determinadas por la tiranía y
por una economía autárquica recientes, exigían una vigilancia estrecha
del uso del dinero entregado. Me refiero a la misma imprudencia que
cometen los países prósperos cuando entregan (aunque en este caso de
manera interesada) a gobiernos de países políticamente atrasados, dinero
que de antemano saben que se lo van a quedar el fantoche de turno.
Todo lo cual dice muy poco de la verdadera
inteligencia de sociedades que se pavonean de realizar obras ciclópeas y
conquistar el cosmos, de organizar asociaciones solidarias o de
defender ridículamente al nasciturus, pero siembran la muerte en el
mundo o bien practican al filibusterismo social; unos para apropiarse de
la riqueza de las naciones indefensas, otros para apropiarse de los
recursos de la sociedad a que pertenecen, y otros para propiciar el
suicidio o incitar a él (como hace el gobierno nipón al pedir a los
mayores que alivien los gastos del Estado), incapaces de evitar las
causas principales: desempleo crónico, desahucios y sanidad coartada...
Durkheim, el filósofo del suicidio, explicaba la
sociedad como un organismo vivo dotado de cerebro, estómago, aparato
excretor... Pues bien, los que en los años 78 se alzaron con un derecho
que en realidad nadie les había reconocido, dotaron al país de un
esqueleto político sin calcio en los huesos. Unos eran abiertamente de
la clase franquista, algunos de la clase no franquista pero
consentidora, y otro, comunista incrustado por los anteriores para mejor
disimular la trampa y la maquinación. Entre todos ellos, llamados
"padres", suministraron el bebedizo de la constitución a la ciudadanía,
que hubo de ingerirlo ante la mirada extorsionante del ejército aún
franquista; bebedizo que, con el de leyes permisivas al alcance de los
que ya habían tomado posiciones en la economía, la banca y la empresa,
pronto facilitó a los oportunistas afanarse en el expolio de lo público.
Así se fue envenenando poco a poco la sociedad entera, que ha terminado
juguete de sus dueños, como antes lo fue del dictador.
De manera que, aquello que llamaron democracia no ha
resultado ser otra cosa que una maniobra canallesca para perpetuar en el
poder a las clases sociales históricamente dominantes (no hay más que
rastrear los apellidos en las instituciones), es decir patricios,
aristócratas, plutócratas y gentes acostumbradas a cohabitar con la
Iglesia y a vivir, de distintas maneras, del influjo que ejerce la
monarquía. Todo, lo más opuesto a una democracia; una democracia sin
controles, que ha terminado revelándose como una caricatura que no
reconocen siquiera los prestamistas de un dinero que jamás va a poder
devolver este país sin destruirse, y que si se intenta será causa de
millones de desgracias y puede que hasta de su descomposición. Lo que
ocurre ahora es nefasto, pero si el pueblo no se hace con las riendas,
como hizo en Islandia, ya puede ir preparándose para tribulaciones
bíblicas...
*@El asesino de Yolanda González, a sueldo de la Guardia Civil y la polícia, qué santa Transición la nuestra.
*@El asesino de Yolanda González, a sueldo de la Guardia Civil y la polícia, qué santa Transición la nuestra.
DdA, IX/2.315

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