lunes, 25 de febrero de 2013

LA VIDA CIUDADANA CADA VEZ SE PARECE MÁS A UNA ARCADA NACIONAL


Antonio Aramayona

Mientras miles de ciudadanas y ciudadanos desafiaban un frío glaciar y en mi ciudad soplaban vientos cercanos a los 100 km/hora, el portavoz de la Comunidad de Madrid, Salvador Victoria, del PP, parecía haber ingerido alguna sustancia tóxica poco recomendable al comparar a los manifestantes de ayer con los golpistas del 23 de febrero de 1981, Tejero, Milans del Bosch y varios generales, notarios y personas biempensantes más  a la cabeza, que 32 años antes habían perpetrado un golpe de Estado fallido y tomado a la fuerza el Congreso de los Diputados.
Leí ayer la noticia y sentí asco, literal y materialmente asco, al conocer que el número 2 del PP en Madrid había disparado sendos y secos tuis en la nuca de cada manifestante en cada una de las localidades de España donde había habido manifestación. Hace 32 años sacaron tanques, amenazaron con cetmes a los parlamentarios e idearon regresar a un régimen dictatorial como el de su añorado Franco, mientras políticos, sindicalistas y militantes de izquierdas escondían o quemaban documentación y se preparaban mentalmente para lo peor. Ayer miles de ciudadanos sacaron a las calles de sus ciudad pancartas que denunciaban agresiones institucionales, recortes y desahucios y reivindicaban derechos y libertades, pero Salvador Victoria los equipara (¡puaj, qué asco!) a los militares, guardias civiles, esbirros y secuaces de Fuerza Nueva y nostálgicos fascistas en general, de los que provienen algunas de las raíces más identitarias del partido de la gaviota.
"Necesitamos democracia, no que hoy, como hace 32 años, los enemigos de las libertades tomen el Congreso y las calles", tuiteó el consejero de Presidencia y Justicia del Gobierno autónomo madrileño. Sus correligionarios del PP (sí, está bien dicho: correligionarios: la derecha cada es más parecida a una secta religiosa) se han negado a condenar el sangriento golpe de Estado de Franco, la cruenta guerra civil y los impunes asesinatos de la posguerra del PP perpetrados solo por defender el poder legítimo de la República y mantener incólume su coherencia. Han torpedeado la Memoria Histórica, han linchado al juez que investigaba los crímenes franquistas y la corrupción del Partido Popular, invocando filisteamente el espíritu de la transición y la reconciliación nacional. Asco, sí, dan asco, náusea, indignación que sacude hasta la última circunvolución de los intestinos.
Para Salvador Victoria, la manifestación del 23 es una “marea antisistema y antidemocrática”, “un tsunami contra las libertades y la democracia parlamentaria”. En su inconsciencia, no se ha parado a pensar que el verdadero tsunami lo han provocado los poderes económicos y financieros de su país y del mundo. Ahíto de tópicos de la derechona mediática (¡qué asco!), quizá no le preocupe concluir que si esa es su democracia y ese es su sistema, me declaro abiertamente antisistema y antidemócrata. Si Victoria afirma que su sistema garantiza “las libertades de todos” y si la realidad muestra que esas libertades están, de hecho, ninguneadas o machacadas, basta aplicar el simple argumento lógico del “Modus Tollens” para poder concluir que el presunto sistema defendido por Victoria y los suyos no es un sistema ni una democracia ni nada que se le parezca.
Últimamente la derecha gaviótica y sus congéneres se escudan en la legitimidad que dan las urnas para defender lo indefendible y aferrarse a un poder que lesiona los derechos fundamentales del pueblo.  Las urnas legitiman que el PP y su presidente Rajoy incumplan y contradigan las promesas electorales que hicieron hace un año, justificándolo en las aguas movedizas del “cumplimiento del deber”. Las urnas supuestamente legitiman también no dar explicaciones sobre una posible contabilidad B de su partido, sueldos complementarios opacos para los altos cargos del partido, sustanciosas donaciones sin fondo y sin rostro o la existencia de un tesorero del partido que, cual volatinero sobre la cuerda de la picaresca nacional y con sus patillas de cuatrero, chantajea al partido que gobierna a España. ¿Acaso el poder no procede del pueblo? ¿Es que no se percatan de que el propio Gobierno está asfixiando al pueblo? ¿Cómo no ven que la vida ciudadana cada vez se asemeja más a una arcada nacional?
Quisiera contarle al señor Victoria quiénes han defendido verdaderamente la democracia española. Son muchos, pero nombraré solo a unos cuantos, a los que tuve el honor de conocer: el comunista, antisistema del sistema del señor Victoria, Simón Sánchez Montero, luchador infatigable, tantas veces y durante tantos años encarcelado, honesto y coherente hasta los tuétanos. Enrique y Javier, que murieron asesinados en su despacho laboralista de Atocha, junto con tres compañeros asesinados más y otros cuatro compañeros más, gravemente heridos. Quisiera que Salvador Victoria pudiese quedarse, a pie de cama, en el hospital, unos minutos de una larguísima noche con Dolores, con su cara destrozada por un balazo y sin saber aún que Francisco, su pareja, estaba ya en la morgue. Eran comunistas y de Comisiones Obreras, luchaban por un sistema que a ojos de Victoria sería antisistema y por una democracia que a juicio de Victoria sería antidemocrática. ¡Qué asco!
Los golpistas del 23F de hace 32 años, los asesinos de mis compañeros de Atocha, los carceleros de Simón, los asesinos de Yolanda González Martín (policías, guardias civiles, militares, ministerio del Interior, Fuerza Nueva, ultraderechistas de todo tipo y pelaje, en perfecta connivencia y mezcolanza) nunca fueron considerados antisistema y antidemócratas.  Por eso siento tanto asco esta mañana del 24 de febrero de 2013. Por eso siento tan vivamente el asco que llena el ánimo de millones de españoles y españolas, víctimas de una estafa mundial y un golpe de estado financiero para beneficio exclusivo de los amantes y defensores del sistema y de la democracia de Salvador Victoria. ¡Qué asco!

PUNTOS DE PÁGINA 
Funcionarios y contagios gripales
>> Cosas con las que nos sorprenden los periódicos. ¿Cómo lo veis vosotros?

Imagen de la carta publicada en el Periódico de Aragón. (Crédito: El Ventano http://elventano.blogspot.com.es)

Una carta firmada por un profesor de matemáticas Fernando de la Cueva Landa del Instituto de Enseñanza secundaria ‘Parque de Goya’ de Zaragoza  y publicada el 19 de febrero en el Periódico de Aragón muestra con toda crudeza la realidad a la que se enfrentan los profesores de centros públicos desde que se aprobó la polémica norma sobre bajas laborales.

"Soy profesor de Matemáticas en el IES Parque Goya de Zaragoza. Llevo 25 años dando clase como funcionario de carrera. He estado recibiendo directamente las toses de mis alumnos durante el pasado mes (esto va incluido en el sueldo).

Al final me ha tocado. Me he contagiado. Llevo una semana dando clase con fiebre de 38,5ºC. Desgraciadamente he podido transmitir mi gripe al menos a 15 ó 20 personas, entre estudiantes y profesores. Los dos últimos días he dado clase con mascarilla. Así seguiré la próxima semana.

Se me ocurrió quizás demasiado tarde. Por las mañanas al instituto, por las tardes a la cama, a ver si me baja la fiebre. Quiero desde aquí dar las gracias más sinceras a las personas responsables de la ley que nos castiga a los funcionarios 'pícaros' (que supone que somos todos), pagándonos la mitad por ponernos enfermos. Es una lástima que estos días mis hijos no coman la mitad".

El maestro se ve obligado a acudir a clase y a trabajar con fiebre, y por las tardes debe guardar reposo para curarse, algo que no consigue. De la Cueva debe hacerlo si quiere cobrar a final de mes lo mismo que cobra todos los meses.

Tan surrealista e indigna situación tiene su origen en una polémica disposición adicional del decreto ley de medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad, aprobado el 13 de julio del año pasado y que entró en vigor tres meses después. 

En el primer párrafo de dicha disposición adicional –la 
décimoctava- se explica que los trabajadores públicos que estén de baja sólo cobrarán la mitad de sueldo los tres primeros días de convalecencia. A partir del cuarto día hasta el vigésimo, perderán el 75% de sueldo.

Antes de la entrada en vigor de esta norma, los funcionarios que enfermaran recibían el mismo sueldo los 90 primeros días de baja.

DdA, IX/2.316

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