sábado, 2 de febrero de 2013

POLICÍAS CONTRA DOS MUCHACHAS Y UN HOMBRE EN SILLA DE RUEDAS


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               Antonio Aramayona
   
      Anteayer cuatro policías nacionales se personaron presencialmente (otros permanecieron en una furgoneta) en el Banco de España de Zaragoza a requerimiento de la Guardia Civil que desempeñaba la función de seguridad. Tres personas (dos chicas jóvenes y un hombre en una silla de ruedas) habían mostrado en el Banco sendos carteles reclamando el Impuesto a las Transacciones Financieras, Banca Pública y una Auditoría a los responsables de la crisis.

Aquella misma mañana, el diario EL País publicaba la contabilidad B del ex tesorero del PP, Luis Bárcenas, otro pico emergente más de la corrupción reinante en el partido actualmente gobernante, que, de ser ciertos los datos publicados, revela la podredumbre institucionalizada sobre la que se asienta una considerable parte de la clase política española, del mundo empresarial –principalmente el perteneciente al sector de la construcción-  y los beneficiarios del botín (de dimensiones aún poco conocidas) de la cueva de los cuarenta mil ladrones y sus incontables jefes.

 Me pregunté anteayer y me sigo preguntando hoy qué hacía esa policía allí, en lugar de detener a corruptos (la pesca es fácil: basta echar el anzuelo), cómo es que no tenían el zurrón policial repleto de órdenes de detención de algunos capos de ese río revuelto de tonto el último que no meta la mano en los dineros negros y pútridos de la corrupción. Me hubiera gustado leer que esa policía había detenido a algún bancario y algún banquero acusados del timo de las preferentes y del robo con alevosía de los ahorros de la gente humilde. Me habría alegrado mucho saber que aquella furgoneta estaba llena de constructores, intermediarios, chorizos, políticos y políticas que juran y perjuran por enésima vez ser víctimas de una persecución política. Me llenaría de satisfacción saber que los jueces están tan indignados como la ciudadanía de a pie y se ponen manos a la obra para limpiar su país de cuatreros y estafadores. Que esos mismos jueces piden auxilio a los técnicos e inspectores de Hacienda para poder sacar a la luz tanta mierda, tanta basura, tanta mentira, tanto cinismo.

Deseaba que esa policía que estaba examinando nuestros móviles y nuestros Documentos de Identidad no estuviese allí, sino poniendo a disposición del juez empresarios que dejan en la calle a ciudadanos y ciudadanas mediante EREs tramposos, políticos de mucho o medio pelo o políticos alopécicos, políticos con antifaz, con rosarios y cilicios, con coartadas difíciles de destapar, sin coartadas, así como también banqueros de todo tipo y condición (incluidos los indultados y los tapados mediante arreglos impresentable). Me duele este país. Me duele aún la retina de haber visto ayer allí, en el zaragozano Banco de España, a todos esos policías. Tenían muchas y más urgentes cosas que hacer en la ciudad.

DdA, IX/2.293

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