La caverna mediática muge cual macho cabrío encabronado. Unas extrañas
criaturas de sexo femenino se han amotinado para decir alto y claro lo
que muchos piensan. Ada Colau o Beatriz Talegón son mujeres jóvenes y
preparadas que esgrimen un discurso impecable. No es fácil descalificar
la reivindicación de justicia social elemental de la activista de
Stop-Desahucios o esa llamada a la regeneración y ejemplaridad de la
izquierda de la joven militante socialista. Pero lo que si es
relativamente sencillo es intentar descalificar a las personas. Mucho
más si son mujeres.
Y es que es curioso el doble rasero que gastan algunos en las cuestiones machistas. Cuando se pide la dimisión de la ministra Mato por su presunta implicación en la trama Gürtel, la derecha sale en bloque en su defensa diciendo que son ataques machistas. Pero parece que hay algo más que indicios, según la fiscalía. Además, basar su inocencia en que permanecía ajena al trajín de su marido no le favorece nada. La señora Mato, a la que se le supone perspicacia suficiente para desarrollar un ministerio como el de sanidad, aparece como una boba que desconocía el origen de las cataratas de confetti, los bolsos de vuitton y los viajes pagados a exóticos destinos. Una de dos: o es rematadamente idiota o es culpable y está utilizando el victimismo para salir por peteneras. En cualquier caso debe dimitir. No necesitamos más memos ni mentirosos desgobernando el estado. Ya los hay de todo género. En eso, si que hay equiparación de sexos.
Ana Mato insulta y desprestigia los valores de la lucha feminista tratando de presentarse como objeto de un complot machista. A la par, los paladines de la ministra lanzan lindezas de Colau o Talegón como que son el tipo de mujer que empujó a los hombres a "huir" a la conquista de América. Sin comentarios. Lo más triste es que la caza de brujas no proviene únicamente de la derechona. También hay voces de la izquierda que tiran a dar.
El machismo no es una exclusiva de la derecha. Ni siquiera de los
hombres. La revolución femenina aún está pendiente. Ada y Beatriz
levantan tanta aversión porque no son etéreos arcángeles glaciales. Son
de carne y hueso. Mujeres libres y valientes que se atreven a incorporar
emoción a sus razones. Versos sueltos que chirrían al todavía
patriarcado dominante. Criaturas salvajes y feroces que dan miedo.
DdA, IX/2.307
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