domingo, 17 de febrero de 2013

LA INSÓLITA BELLEZA DE LEER EN MEDIO DE LA BASURA


Primer premio en la categoría de Asuntos Contemporáneos / Micah Albert. Una mujer que trabaja como recolectora de basura en un vertedero de 30 hectáreas desearía tener más tiempo para leer los libros que se encuentra.

María Jesús Casals

Es una mujer joven, esbelta, aún confía en la vida. Va vestida con ropas sucias y hasta harapientas porque para su trabajo no hay otras más apropiadas. También se cubre la cabeza con un gorro de beisbol a la moda, aún más sucio que su cazadora, su falda o su mandil, pero muy útil para proteger su cabellera de la inmundicia. Los zapatos, con cordones bien atados, embarrados, usados, cómodos, algo destrozados ya en las suelas fuertes de caucho, resguardan sus pies, relajados, en descanso.

La mujer joven está sentada sobre una gran bolsa de basura de ese fiel color azulina, un tono que ya es inseparable símbolo del sarcófago diario de nuestros desperdicios. La joven ha encontrado un beneficioso asiento para leer uno de esos libros que encuentra entre las basuras. Está concentrada, el rostro relajado, una sonrisa a punto de aparecer. Todo lo que la rodea es un inmenso basural, uno de esos campos que no suelen estar muy alejados de nuestras grandes y modernas ciudades y en los que siguen creciendo matorrales ajenos al veneno del plástico, de los ácidos, de la corrupción. No podemos sentir el olor pero casi podríamos imaginarlo.

Y en medio del paisaje estercolar está ella. Absorta, cómoda, bella. La delicadeza con la que sus manos jóvenes sujetan el libro, su concentración tranquila por lo que está leyendo, esa necesaria distracción en su trabajo, mal pagado, solo aceptado para sobrevivir, la luz que emana del libro, son los detalles de una fotografía que nos abren el mundo entero de los significados y los significantes.

El cielo es gris. El día plomizo. Solo ella es la vida. Por esa curvatura de su elegante cuello, levemente inclinado sobre el libro rescatado, siento la punzada de la culpa, la mía, por no hacer lo suficiente por este mundo nuestro. Por la serenidad de esta joven lectora en medio de la basura puedo todavía mantener una ligera esperanza en la redención de quienes estamos lejos de los estercoleros. Por su gesto, su figura y su mente curiosa puedo seguir defendiendo la creación, la escritura, la belleza.

DdA, IX/2.308

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