lunes, 18 de febrero de 2013

LA PEINETA DE BÁRCENAS Y LOS HIJOS DE LOS PRESUNTOS CORRUPTOS

 
Lazarillo

De los hijos de Urdangarín y su infanta creo haber escuchado algún comentario en la prensa más rosada, por aquello de cómo llevarán los pobres chicos el problema de sus padres con la justicia, pero hasta la fecha nada se sabe de los hijos de Bárcenas, por lo que cabe suponer que de su matrimonio con Rosalía Iglesias Villas no haya tenido descendencia. Lo ignoro. Como la prensa, siempre tan sabuesa, no ha dicho ni pío, es muy posible que la pareja se haya librado de darles el ejemplo que su padre ha brindado al partido al que pertenecía y a todos los españoles. Pensando en esto y en la peineta tan educada con la que don Luis ha obsequiado ayer a los medios en el aeropuerto de Barajas, de vuelta de uno de sus viajes, este Lazarillo se ha preguntado una vez más por lo hijos de los los más de trescientos políticos o empresarios imputados en asuntos de corrupción en España.
Consiguientemente, iba a escribir algo al respecto, pero he preferido dejar la palabra a Roberto Blanco Hurtado, que en una breve carta publicada en el diario El País en su edición del pasado sábado, decía lo que sigue: "Hace poco mi sobrino, de nueve años, me explicó algo que sucedió en su colegio, entre dos de sus compañeros de clase. Al parecer, a uno de ellos, sin que se diera cuenta, se le cayó un billete de 10 euros, que quedó en el suelo del patio hasta que el otro chaval lo encontró. Este último no pudo reprimir su alegría, a pesar de la insignificancia de la cantidad hallada y, con una sonora exclamación, dio a conocer la noticia del hallazgo a quien estaba en las proximidades del lugar, que no eran otros que mi sobrino y el muchacho que había perdido ese dinero.
El afectado, intentando buscar en sus bolsillos el billete sin demasiado éxito (puesto que lo había perdido), enseguida dijo que era suyo, cosa que el agraciado negó. Casi como un acto reflejo, el niño afectado preguntó: “¿Me juras que el billete es tuyo?”. El otro niño no sé si era consciente del alcance y de las consecuencias de lo que hacía, pero no tuvo reparos en jurar en falso y decir que el billete era suyo, cuando en realidad no lo era.
¿Cómo estamos educando a las generaciones futuras? ¿Qué valores les estamos transmitiendo? ¿Cómo puede ser que a tan tempranas edades queden cegados por cantidades ridículas de dinero con las que, en la actualidad, poca cosa se puede hacer? ¿De quién aprenden eso de "¿me lo juras?”. Son cuestiones que deberíamos plantearnos, porque creo que algo hemos de corregir los mayores".
La misiva ha hecho que me pregunte: ¿Estamos asistiendo a la floración de las primeras generaciones de españoles criados en el mal ejemplo de la corrupción política y empresarial, que un día sí y otro también inunda la actualidad periodística cotidiana? ¿No es bastante lacra y pesada losa ya dejar a más de la mitad de las jóvenes generaciones sin trabajo ni proyección de futuro en su vida personal? 
"No por obvio se puede dejar de insistir en lo mismo: en este país ha existido un mecanismo de generación de dinero negro, relacionado con el mundo inmobiliario y financiero, que ha contaminado a los partidos políticos y del que todos los responsables quieren ahora escapar. El mecanismo debe ser desactivado; las instituciones deben funcionar, y esas personas deben asumir, voluntariamente o a la fuerza, su propia responsabilidad. No se caerá el mundo por ello. Se tambaleará si miramos hacia otro lado". Esto lo decía ayer Soledad Gallego Díaz en su artículo del suplemento Domingo del diario El País.

DdA, IX/2.309

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