Ana Cuevas
Definitivamente: O dios no existe (y todo eso de la religión es un
cuento chino que se han inventado unos particulares para amedrentar y
someter a las masas) o es que el altísimo ya no es el que era y le
importa un infierno lo que se cuece aquí abajo. ¿Dónde está ese colérico
dios del Antiguo Testamento capaz de destruir una ciudad entera por
practicar la sodomía? No es que lo añore en absoluto, pero no me dirán
que no contrasta su fiereza de antaño con la pasividad de ahora. ¿No
debería estar más cabreado por los hipócritas mariconeos vaticanos y la
escandalosa pederastia que amparan que con los desmadrados ciudadanos de
Sodoma y Gomorra? Porque lo del rayo en la cúpula, ya me perdonará el
todopoderoso, apenas fue una ventosidad. Algo indigno de su rasmia
celestial. Un fuego fatuo que apenas representó una colleja en las bien
nutridas nucas de las locazas cardenalicias. Ni siquiera un serio aviso.
Hasta un tío duro como Ratzinger, curtido en las juventudes hitlerianas
y como jefe de la moderna inquisición, tuvo que renunciar a un papado
salpicado de escándalos sexuales y financieros. Las intrigas del
Vaticano, según un informe interno, giran en torno al sexto y séptimo
mandamiento. Les refrescaré la memoria: son esos que hablan de no robar
y no cometer actos impuros. Y ahora se descubre que, amén de asilar y
proteger a los abusadores de niños, en el Vaticano existe una red de
intercambio de favores sexuales entre seminaristas, laicos y prelados.Hay
que ver lo que se pueden relajar unos homófobos declarados (como el
cardenal británico O´Brien) compartiendo la intimidad de un
confesionario junto a un hermoso efebo.
Y en cuanto a
las finanzas de la Santa Sede (esa tenebrosa banca cuyas actividades
se relacionan con la mafia, la venta de armamentos, la prostitución, el
blanqueo o la corrupción política ). Echo de menos al Jesucristo que
perdió la compostura arrojando del templo a los mercaderes a punta de
látigo. ¿Qué piensan que haría ahora? Lo dejo a su libertad creativa.
En
resumen: no habremos resuelto la existencia o no de un ser supremo que
rige los destinos, pero lo que nos ha quedado tan diáfano como una
ascensión mariana, es que esta cínica panda de siniestros travestidos no
creen en él.No le temen. No esperan su castigo. Los miedos y los prejuicios los alimentan en otros para su propio rédito. Ellos son el anti-cristo.
+@"Es que hay niños que provocan"
+@"Es que hay niños que provocan"
DdA, IX/2.317
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