jueves, 17 de enero de 2013

¿SE LLEGARÁ A IMPEDIR EN USA EL ACCESO A LAS ARMAS DE LOS ENFERMOS MENTALES?

Camilo José Cela Conde

El presidente Obama se ha dirigido a los ciudadanos de los Estados Unidos para decirles que presentará este próximo fin de semana, antes de que llegue el domingo y, con él, la nueva legislatura, un plan para el control de armas. Su discurso eclipsó en las televisiones de bares y hoteles el sempiterno partido de beisbol o fútbol americano. Pero es que Obama ha reconocido que tendrá que lidiar con el Congreso para lograr que su plan salga adelante, que no podrá poner coto a la libertad para comprar y tener armas, amparada por la muy famosa segunda enmienda de la Constitución, sin apoyo de un Congreso cuya mayoría está en manos republicanas. Incluso si fueran los demócratas los que contasen con más escaños, el problema de cambiar la costumbre muy arraigada de tener un arsenal en casa seguiría siendo gigantesco. Existen dos armas en promedio en cada domicilio de los Estados Unidos y ninguna conciencia de que es ése el verdadero núcleo del problema. 

Cuando hace un mes murieron 27 personas, niños en buena parte, en la escuela de Newtown, la solución que se les ocurrió de inmediato a las autoridades locales para que no volviese a suceder algo parecido fue la de armar a los profesores. Da lo mismo que los expertos hayan calculado que la mayor probabilidad a la hora de morir de un disparo es la de que la bala haya salido del revólver, la pistola, el rifle o el arma automática que tienes en tu casa. La muy poderosa asociación nacional del rifle, cuyos tentáculos políticos pasan por encima de las ideologías y los partidos, tiene sus propias ideas al respecto. Y es seguro que no aceptará ni siquiera el tímido control que el presidente Obama quiere poner en marcha: prohibir las armas de asalto y los cargadores con un número exagerado de balas. Se trata, según dicen los partidarios de la libertad absoluta, de una cuestión de principios que no cambia en absoluto por el hecho de que haya de vez en cuando una tragedia. 

El más mínimo intento de poner coto a ese derecho constitucional -que tampoco queda demasiado claro que lo sea, porque la Segunda Enmienda es un texto de lo más ambiguo- se interpreta en los Estados Unidos como la entrada en una pendiente resbaladiza que lleva poco menos que al comunismo. Así que tal vez haya que esperar al próximo Columbine, o Newtown, que llegará con toda certeza, para que se impida algo tan obvio como es el acceso de los enfermos mentales a las armas. Paradojas que tienen el progreso, la ley y el sentimiento de libertad sin cortapisas. Quien intente entenderlo desde fuera de los Estados Unidos es poco probable que tenga éxito en la empresa. Pero los propios ciudadanos del país, los de Newton en especial, comienzan a no entender tampoco qué solución es ésa de dejar todas las cosas como están, añadiendo dos agentes armados en el patio del colegio.

DdA, IX/2.278

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