Un grupo de activistas ucranianas utilizan sus pechos como
instrumentos de protesta. Una teta desnuda, más o menos turgente,
entraña una provocación visceral entre los integristas. Dios proporcionó
estos redondos atributos a las féminas pero en algún sitio debió dejar
escrito que esta parte de su obra tenía que permanecer oculta a los ojos
de la gente. Como si su sola visión trastornara tanto que, quienes
estuvieran en su órbita, corrieran el grave riesgo de caer en herejía.
Ya saben aquello: tiran más dos tetas… Así que estas mozas rubicundas y
bragadas lo tienen claro. Sus torsos libres de sostenes son armas
transgresoras que escandalizan a misóginos, homófobos y toda suerte de
reprimidos-represores ultrareligiosos.
Igual que modernas Afroditas de
carne y hueso, usan sus pechos como cargas de profundidad contra el
oscurantismo que todavía flota sobre la sexualidad y la libertad de las
mujeres. Ser mujer es difícil en casi todo lo ancho y largo de este
mundo. Lo es todavía en la mayor parte del planeta, presuntamente
civilizado, donde el género femenino se enfrenta todavía a la
discriminación salarial y laboral, a la intromisión en su libertad
sexual y reproductiva o a la violencia machista y el asesinato. Pero si
además el azar dobla la apuesta (y te toca ser mujer y pobre en China,
India o en cualquier país menos desarrollado) la cosa se pone de color
hormiga. Puedes ser víctima de violaciones, morir abrasada por una dote,
convertirte en mercancía humana, esclava sexual o laboral, perecer
lapidada… Infinitas son las posibilidades de tragedia que te aguardan.
Básicamente, por pertenecer a un género estigmatizado por el patriarcado
imperante.
Las ucranianas interrumpieron el Angelus del Papa Benedicto con un
rotundo y agresivo topless. Sus pezones se introdujeron bruscamente en
las cuencas oculares del Papa y de cuanto devoto de estrangulada
conciencia pululaba por la plaza de San Pedro. Cada mama desnuda, una
blasfemia. ¡Diabólicas!- les gritaba la piadosa muchedumbre. ¿Cómo es
posible ver al diablo en una teta e ignorar a los demonios, que en el
nombre de dios, tratan a las mujeres como a bestias? Les juro que no
puedo entenderlo. Palabra de mujer y de ciclonudista.
DdA, IX/2.277
1 comentario:
La reacción diabólica de los fieles creyentes que pretendieron golpearlas nos retrotrae a tiempos inquisitoriales.
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