miércoles, 19 de diciembre de 2012

MIGUEL ÁNGEL ESTRELLA Y EL MOVIMIENTO "MÚSICA ESPERANZA"

 

Juan Manuel Reinoso
APAS

“Mientras haya una conciencia libre, ellos habrán fracasado”, esta frase de Jean Paul Sartre ilustra fehacientemente el pensamiento de uno de los hombres más sorprendentes que ha dado la música Argentina. Miguel Ángel Estrella es fundamentalmente un músico social. Así se define y es reconocido mundialmente por ser uno de los concertistas más importantes del mundo. Desde el año 2007 es, además, embajador Argentino de la “buena voluntad” ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

La Clase Social es una estratificación de acuerdo a parámetros que tienen que ver con la característica común que comparten determinadas personas. Una de las tantas particularidades de Miguel es haber roto con el paradigma. En el año 1972 pintó su casita en Tucumán de color rosa, como representación simbólica a la llegada de Perón. En la misma vivienda de Renán, su lugar en el mundo, donde reconoce seguir ensayando más de 5 horas diarias, tocó Bramhs ante la sorpresa de cientos de vecinos que se acercaron para escucharlo desde la vereda.

La música clásica siempre estuvo vinculada a la clase media alta de las distintas sociedades. Pero a Miguel Ángel Estrella ese dato parece importarle poco. Es el creador de uno de los proyectos más revolucionarios de los últimos tiempos. Se trata de un espacio cuya gestaciónno fue sólo del gran concertista: “Conocí al amor de mi vida a los 18 años. Los dos tirábamos para el mismo lado, teníamos talento y ganamos premios, pero con mi mujer queríamos cambiar la lógica del conservatorio”. Para Estrella el cambio consistía en incluir “sobre todo a los sectores más pobres, un hecho que para mí fue una inquietud desde la adolescencia”.

El 10 de diciembre de 1982 fundó el movimiento internacional Música Esperanza de Vida. La idea era trabajar con pueblos originarios: “Desde adolescentes andábamos en eso, trabajamos con los calchaquíes”. Uno de los datos más sorprendentes del proyecto es que de la escuela de Música egresaron más de 28 integrantes de comunidades originarias: “Eran personas increíbles que le ponían nombre a las cosas. Me pedían que tocara esa música limpíta de Mozart. Yo a veces los cargaba y tocaba un preludio de Bach, pero me decían no te hagas el boludo, esa no, la otra”.

El músico habla bajito, no le hace falta levantar la voz para demostrar lo que piensa. El artista, que estuvo secuestrado en Uruguay en el marco del “Plan Cóndor” de las sangrientas dictaduras latinoamericanas, nunca bajó los brazos. El infierno que vivió en los años de 1970 lo lleva marcado a flor de piel. A Martha, el amor de su vida, le arrancaron la vida en el año 1975. El dolor y la tristeza se refleja en cada uno de sus gestos: “Llegué a escuchar entre 22 y 24 voces de los torturados en la sala donde estuve detenido. Me ataban y accionaban una sierra eléctrica. Mi respuesta era rezar a los gritos. Lo que nunca perdí fue la Fe”.

Miguel Ángel dijo en varias oportunidades que las palabras del Coronel Gavazzo son imposibles de olvidar: “Te vamos a matar hijo de puta, vos sos más que un subversivo, porque tendrías que tocar para nosotros y tocas para la negrada. Por qué carajo tenés que tocar para los negros si vos sos de clase media”.

Al talentoso artista argentino le salvó la vida el reconocimiento mundial del que ya gozaba en los años ‘70: “A mi me salvaron la vida las presiones internacionales, sobre todo de dos integrantes de la Unesco que fueron enviados a Uruguay”. El rencor y el odio parecen no formar parte de la idiosincrasia de este pequeño gran hombre. Uno de los últimos días que pasó en el centro de detención, donde era muy poco probable que saliera con vida, le expresó a los apropiadores: “Dios, perdónalos no saben lo que hacen, yo voy a tratar de perdonarlos”.

Miguel Ángel es de contextura física pequeña. Pero parece mentira que un hombre tan pequeño tenga un espíritu tan grande. Amable como pocos. Es increíble la contradicción que genera la idea de que un hombre que habitó durante la época dictatorial en las puertas del infierno, tenga tantos sueños.

Una noche de 2010, tras recibir el título Honoris Causa de la Universidad Nacional de San Luis, el Auditorio Mauricio López pudo deslumbrarse con su recital de “Memorias”. Sobre todo en el momento en que sus manos sembraron imágenes del Tucumán propio y del que vio Atahualpa Yupanqui. El Coronel Gavazzo debió haberse expresado al revés, porque una de las mayores virtudes de Estrella ha sido eso que alguna vez le dijeron tratando de humillarlo: “Haber sido un gran traidor de su Clase”.

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Una frase muy afortunada para una crisis tan desafortunada

DdA, IX/2.257

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