La Gaceta es una publicación que no disimula su nostalgia del franquismo y
que mantiene un concubinato retozante con la cúpula católica. Acaban de
publicar una entrevista a Benedicto XVI donde, a toda página, el santo
padre advierte: "Aborto, eutanasia y matrimonio gay amenazan la paz
mundial". A lo mejor ustedes, como servidora, pensaban desde su descreida
y supina ignorancia que las cosas que amenazan la paz mundial son
otras. Asuntos como la creciente desigualdad entre ricos y pobres, el
hambre que padecen millones de seres humanos a causa de la especulación
alimentaria, la falta de justicia social que se ceba especialmente con
los más débiles... Ya saben, trivialidades como la explotación salvaje
que el sistema capitalista ejerce sobre la tierra y sus habitantes.
Craso error. Un anciano travestido que asegura mantener conversaciones
con un ser sobrenatural, nos ilumina sobre cuales son los auténticos
peligros para la paz. Y no tienen nada que ver con las oleadas de
miseria e injusticia que barren el planeta. Ni con los depredadores que
entienden la vida como un botín sangriento y cotizan en bolsa con el
sufrimiento de la gente.
¿Cuál puede ser la madre de todas las amenazas
para unos tipos que transitan por el siglo XXI con el código deontológico de
la inquisición bajo el sobaco? La libertad, por supuesto. Que yo sepa,
ninguna guerra ha empezado por el aborto, los matrimonios gays o la
eutanasia. Pero para machacar la libertad de los pueblos en el nombre de
dios sí que se han liado unas cuantas. Me viene a la mente el apoyo que
la cúpula católica prestó a la dictadura. Esos obispos bendiciendo a
las tropas que iban a repartir la muerte entre sus hermanos. O ese
Franco al que transportaban bajo palio entre olor a incienso y una
abundante clerigalla que rebosaba cera por los orificios. Tratado igual
que un ser divino. Un dios de la muerte que no suponía una amenaza para
la iglesia católica española. Solo para los que le llevaban la
contraria. Por algo era Caudillo, por la gracia de dios.
Es evidente que
el dios de Benedicto y yo no compartimos la misma clase de sentido del
humor. Aún no le pillo la gracia a lo del Caudillo. Y tampoco percibimos
igual las amenazas. A Ratzinger y sus chicos les importa más
estrangular las conciencias que acabar con el hambre, las injusticias y
los conflictos bélicos mundanos. Andan, con faldas y a lo loco, ajenos
al cumplimiento de sus evangelios. Desahuciando del portal navideño al
buey y a la mula. Vistiendo a los reyes magos de faraoles. Abominando de
los homosexuales mientras esconden a sus pederastas bajo las sotanas.
Celebrando misas al Criminalísimo en el Valle de los Caídos (ante una
bandera con el águila de San Juan bordada a mano). Posicionándose por
tradición del lado de los opresores de la libertad. Ellos son parte de
la única amenaza que no cesa. La que está acechando desde los orígenes
para someter a los pueblos hasta más allá de sus propias vidas. Para
domesticarnos el alma y convertirnos en resignados borregos que no
pataléen demasiado cuando les toque ser conducidos a los mataderos de
los señoritos. El brazo ideológico que bendice al brazo armado.
Colaboracionistas vocacionales. Y es un hecho avalado por la historia
que el peligro son ellos. Para la paz y para todas las mujeres y los
hombres librepensadores del planeta.
+@La necesidad de la historia del presente
+@La necesidad de la historia del presente
DdA, IX/2.255
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