Lazarillo
Cuando este Lazarillo lee artículos tan redondos como el que hoy publica en su edición dominical el diario El País, no puede evitar no solo la recomendación a sus lectores, sino la inserción del texto en este modesto DdA. Una vez más, Manuel Vicent ofrece en su columna semanal de la contraportada del periódico este inspirado ejemplo de periodismo de opinión. No figura en la impresión electrónica que inserto la errata que sí aparece en los ejemplares en papel de la edición nacional [En antiguedad se daba a los condenados a muerte], algo que en un artículo como este se hace notar y es de lamentar:
"El portal de Belén es realmente un Misterio. La mula es un animal
híbrido estéril. El buey es un toro castrado. San José no tuvo nada que
ver en el asunto puesto que solo era padre putativo. Hay una madre
virgen concebida a distancia por una paloma que es el Espíritu Santo.
Del vientre de esa Virgen nació el Hijo de Dios, mediante un juego entre
la segunda y tercera persona de la Trinidad, que en términos jurídicos
terrenales podría ser considerado un caso de incesto divino. Desde
cualquier punto de vista que se contemple ese Misterio, parece demasiado
complicado para que pueda servir de modelo a una familia cristiana
normal. Al portal de Belén llegaron los Magos siguiendo una estrella,
que bien podría ser el reflejo del estallido de una supernova, vete tú a
saber. Dejando de lado que los Magos, según el papa Ratzinger, fueran
andaluces, antepasados del Cigala, lo que cuenta es que le ofrecieron al
Niño oro, incienso y mirra. De los tres presentes, sin duda el incienso
sería usado al instante por María para contrarrestar el hedor natural
del establo. A lo largo de la historia, el humo de esa resina ha servido
también para sobrellevar el olor a choto que genera cualquier rebaño si
se encierra en un recinto, aunque sea sagrado. La mirra es una
sustancia gomosa extraída de la corteza de un árbol con que se elaboran
perfumes y ungüentos. Tal vez le sirvió de suavizante y acondicionador
del pelo a la Magdalena. Tiene muchas propiedades medicinales. En la
antigüedad se daba a los condenados a muerte, mezclada con vino.
Seguramente eso hizo el centurión con el Nazareno en la cruz. Incienso y
mirra pudieron usarse allí mismo en el portal de Belén. Solo queda por
saber el destino del oro. ¿En qué fondo se invertiría? Durante los
primeros siglos de cristianismo el oro quedó sumergido, pero en cuanto
ese movimiento espiritual se convirtió en Iglesia, ese metal, como
símbolo de poder y de riqueza, se pegó a ella como la piel a la carne.
El río de oro comenzó a fluir arrastrando cálices, copones, patenas,
custodias, anillos, báculos, ornamentos, mitras, crucifijos, medallas,
peanas y retablos, hasta el punto de que es imposible pensar en la
Iglesia católica sin imaginarla cubierta de oro, lo más alejada posible
de aquel portal".
PUNTOS DE PÁGINA
Si los perros no van al cielo, cuando muera
quiero ir a donde ellos van.
Will Rogers
DdA, IX/2.254
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