En la madrugada del 14 de diciembre
falleció en Moscú, a los 95 años de edad, Adelina Kondratieva, intérprete y traductora del
Estado Mayor de la Fuerza Aérea de la República en Albacete durante la Guerra
de España, brigadista internacional, presidenta de la sección española del
Comité Soviético de Veteranos de Guerra, teniente de Aviación de la República
Española y presidenta asimismo de la Asociación Archivo Guerra y Exilio (AGE). Adelina Abramson (de soltera) nació Buenos Aires en 1917, de padres rusos
emigrados. Su padre Benjamin Abramson había huído de la Rusia zarista en 1910, tras haber
sido condenado a muerte por su activismo político. En Argentina residió la
familia hasta 1932 en que se trasladó a Moscú para participar en la
construcción del Estado socialista.
En agosto, junto con su madre y su hermana Paulina de
17 años, llegan a Berlín en el barco alemán Carp Arcona. El padre fue en otro
viaje y se reunió con la familia, ya en la URSS, en 1932. Paulina trabajó de
mecanógrafa y su padre fue traductor en Editorial Progreso de Moscú. Adelina
ingresó con 14 años en la escuela soviética. Quiso hacerlo también en la Unión
de Juventudes Comunistas de la URSS, pero necesitó hasta tres solicitudes, por
ser hija de trostkista y haber nacido en el extranjero. Si finalmente se le
concedió el permiso fue para aprovechar su conocimiento del idioma español, que
podría ser de utilidad durante la Guerra de España.
Adelina y su padre, con identidad falsa, viajan a nuestro país para participar en la lucha contra el fascismo. Después de diversas vicisitudes en varias fronteras, consiguen llegar a Barcelona y de allí siguen camino a Valencia. Adelina tiene entonces 17 años y por sus conocimientos de español se le asigna un oficio de intérprete y traductora en Aviación, en el Estado Mayor de la Fuerza Aérea de la República, con sede en Albacete. En 1938 regresa a Moscú y según escribe en sus memorias, recogidas en el libro Mosaico Roto, logra ingresar en la Academia Obrera para adultos, lo que aquí equivaldría a la instrucción secundaria. En abril del 1941, estudia italiano en la Facultad Militar del Instituto de Idiomas Extranjeros, consiguiendo ser traductora militar de italiano, actividad necesaria para entender a los prisioneros italianos en la Segunda Guerra Mundial, especialmente en los interrogatorios. Choca con sus superiores por el mal trato que se daba a los prisioneros. Al final de la guerra se reincorpora al Instituto Militar de Idiomas.
Una fecha crucial en su vida fue la del 18 de marzo de 1951, cuando su padre es detenido. Se le acusa una vez más de trostkismo. Adelina le acompañó en su detención. De Benjamín Abramson, que ya sobrepasaba los sesenta años, no consiguieron ninguna confesión. Todas las acusaciones, cuenta Adelina, fueron refutadas. Consiguió lo que se llamaba una condena menor: cinco años de gulag, con el destierro consiguiente, sin poder residir en ninguna ciudad importante. Adelina continuó su vida con muchas dificultales al principio, por ser hija de detenido y además extranjera, hasta ser nombrada jefa de la cátedra de español en el Instituto de Pedagogía.
Cuentan quienes la trataron en Moscú, que cuando un
ciudadano español la visitaba, a las pocas horas Adelina recuperaba la fluidez
de conversación en el idioma que le procuró trabajo a lo largo de su dilatada
existencia, algo que también les ocurría y ocurre a otros brigadistas
internacionales esparcidos por el mundo. Su vitalidad y energía eran
encomiables, y de sus recuerdos como traductora en la Guerra de España guardaba
uno especialmente significativo: "Fue cuando
un piloto alemán, recién abatido en vuelo, preguntaba quién lo había derribado.
Frente a él, un joven piloto soviético. Lo mío más que traducir fue una especie
de juego psicológico: ellos intercambiaron unas miradas tremendas... Era como
si el alemán, rabioso, le dijera nos volveremos a ver".
En 1997 impulsó la creación de la Asociación Archivo Guerra y
Exilio (AGE) y la digitalización de archivos y documentación dispersa
por todo el mundo, especialmente por Rusia, relativa a la Guerra de España, según recuerda Dolores Cabra, secretaria general de la citada asociación:
"Viajamos juntas por numerosos países, Gran Bretaña, Italia, Canadá, USA,
México, Suiza, Luxemburgo, y sobre todo por la inmensa Rusia,
solicitando a los exiliados y a los brigadistas que colaboraran en la
labor de recuperación de la memoria histórica de España. Residió largas
temporadas en España incluso en condiciones económicas muy difíciles,
para formar equipos de trabajo, conseguir apoyos y reunir materiales y
personas dispuestas a dar un fuerte impulso a la recuperación de la
memoria histórica".
Con
pasaporte español desde hace algunos años, Kondatrieva intentó en 2009, con la
ministra Carme Chacón, que se le reconociera la categoría de teniente de la
aviación republicana, de modo que si el Gobierno español se la reconociere le
diera el grado de coronel. Fue larga su batalla para conseguir que España le
concediera la pensión que por ley le correspondía como teniente de
aviación de la República, pero -según cuenta Dolores- "tropezamos sistemáticamente con murallas
infranqueables y diques de contención que amparan las absurdas y
temibles burocracias y la mala intención de altos estamentos políticos". En una de sus últimas cartas a los miembros de la
AGE, Adelina decía: "Desde aquí, soñando con verles lo más pronto posible,
me despido con sentimientos tristes pero con ánimos para el futuro que junto a
vosotros continuaremos forjando en esta batalla de las personas honradas.
Pienso que en la situación actual el gran fracaso es de la derecha que no
admitió la derrota sobre el fascismo y el gran fracaso es también de la
izquierda que no mostró la historia real a las siguientes generaciones. De ahí
la crisis de valores y la vuelta de los fascismos en sus peores manifestaciones
ante el asombro de la juventud, que desconoce el horror que traen las
dictaduras...".
*Artículo publicado hoy también en La Marea
*Artículo publicado hoy también en La Marea
DdA, IX/2.254
1 comentario:
Emociona y conmociona
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