Conrado Granado
La “marea popular” avanza de forma cada vez más acusada, dando
hachazos a diestro y siniestro a un Estado de Bienestar que tanto nos
costó conseguir a los trabajadores españoles a lo largo de los años.
Tanto, que ya ese Estado de Bienestar comienza a parecerse a una
caricatura de lo que fue. Pero el Partido Popular va sobrado, porque
saben que tienen sentadas sus reales en La Moncloa, en la mayoría de los
Gobiernos de las Comunidades Autónomas y de los Ayuntamientos de
España. Por eso estas palabras, como tantas otras que se están oyendo o
publicando estos días, no son más que voces que claman en el desierto,
ya que su hoja de ruta la tienen bien definida y la van a llevar a la
práctica, porque para eso gobiernan, y para eso les han votado, dicen.
Hubo un tiempo en el que el hoy presidente del Gobierno y entonces candidato a la Presidencia Mariano Rajoy clamaba al cielo contra la subida del IVA del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero porque, decía, dicha subida iba a afectar hasta a las chuches que iba a comprar “esa niña”; era la “niña de Rajoy”,
que tanto dio que hablar. ¡Qué tiempos, aquellos, rediós! Comparado con
lo que se nos viene encima, aquel Gobierno, con sus defectos, que los
tuvo, era un coro de querubines comparado con el Gobierno del Partido
Popular. Tachaban a aquella forma de gobernar de “rodillo” socialista”, pero estamos llegando al “aplastamiento popular”.
Pero, impasible el ademán, los populares van sobrados, porque,
repito, gobiernan con mayoría absoluta en La Moncloa, en la mayoría de
las Comunidades Autónomas y en los Ayuntamientos. A estas alturas creo
que convendría recordar la vieja jaculatoria que nos grababan a sangre y
fuego en los antiguos colegios religiosos, y ponerla al día: “Tengan piedad de nosotros. Amén”. Por lo que pudiera pasar, que todo es posible.
Porque son ya millones los españoles que van a tener que empezar a
entonarla, si no han empezado ya. Todo ello, en un momento en que el
paro ha alcanzado la terrible cifra del 25%; es decir, que la cuarta
parte de los trabajadores con posibilidades de trabajar no tienen dónde
hacerlo. Cinco millones de españoles a lomos de la nada. Con una reforma
laboral que decían iba a ser la panacea de cara a crear puestos de
trabajo, y resulta que en los últimos meses se han destruido cerca de
180.000 empleos, mientras que la ministra del ramo, Fátima Báñez, sigue
diciendo que sí, que es para crear empleo.
La subida del IVA hasta el 21% ha ido mucho más allá que “las chuches” de la niña del señor Rajoy,
porque ha afectado a muchos sectores de la sociedad: ha bajado el
consumo, la cultura está en el desagüe, el comercio hace equilibrio en
la cuerda floja para mantenerse a flote y hasta morirse se está poniendo
difícil, aunque no imposible.
La privatización de las columnas vertebrales de ese Estado de
Bienestar que tanto nos costó construir, como son la sanidad y la
educación, marcha a buen ritmo, a ritmo popular, se entiende. La Comunidad de Madrid es la punta de lanza de lo que ellos llaman “liberalismo”,
que no es otra cosa que un programa de derechas puro y duro, y aquí han
empezado a poner en práctica lo que tantas veces ocultaron. Tienen los
votos de la ciudadanía, es cierto, pero lo que no es de recibo es
mentir, prostituir los términos. Y en esta Comunidad Autónoma el
Gobierno del presidente Ignacio González, alumno aventajado de la otrora
inefable presidenta Esperanza Aguirre, ha implantado que a partir del
próximo primero de enero vamos hacia el copago sanitario; es decir, un
euro por receta. Dicen que con este sistema van a recaudar cerca de 80
millones de euros, pero que “no se trata de un afán recaudatorio, sino disuasorio”.
Estas palabras son un insulto a la inteligencia y una falta de respeto a
los cientos de miles de personas, generalmente jubilados, que tenemos
que acudir a la receta por prescripción facultativa, ya que nos va en
ello nuestra salud, o nuestra vida. Pero ahora resulta que además de
cobrarnos y recaudar, pretenden tratarnos como imbéciles, como eunucos
mentales.
Han empezado por Madrid, donde además de implantar el euro por receta
se ofrecen a empresas la gestión privada de los hospitales y se impulsa
la conversión de centros de salud en sociedades privadas. Es su campo
de pruebas, pero le seguirán otras Comunidades, como Extremadura,
Valencia, Castilla La Mancha, Galicia. El primer paso es la gestión. Ya
vendrá todo lo demás, es cuestión de tiempo. Mientras tanto, las listas
de espera en los hospitales se alargan, por lo que ya hay que esperar
en algunos casos año y medio para operarse.
En el tema de la educación, con el ínclito ministro señor Wert en el
puente de mando, marchamos hacia el modelo dual educativo. Ya han dado
el primer paso, potenciando la educación privada concertada, por lo que
poco a poco iremos hacia unos colegios para pobres e inmigrantes, es
decir, los públicos, y el resto, el que se pueda pagar la privada
concertada, que la pague. Algo que por cierto le viene de perillas a la
Iglesia Católica, ya que la inmensa mayoría de la enseñanza privada
concertada está en manos de órdenes religiosas. Miel sobre hojuelas,
porque se matan dos pájaros de un tiro: negocio y adoctrinamiento. Y lo
mismo pasará en otros estamentos de la enseñanza, con la disminución de
becas en la Universidad, alejando de las aulas a los que no puedan pagar
las tasas. ¿Quiénes? Los más necesitados, los hijos de los
trabajadores, de los parados.
Los trabajadores públicos también tienen un panorama nada halagüeño
desde el pasado 30 de octubre, ya que ese día el Gobierno allanaba el
camino para facilitar el despido de estos trabajadores. Según el Boletín
Oficial del Estado de ese día, Ayuntamientos, Comunidades, o entes
públicos con déficits el año anterior, y con un 5% menos de presupuesto,
podrán poner en marcha un despido colectivo. Eso sí, con 20 días por
año, según la Reforma Laboral aprobada por el Gobierno.
Pero, impasible el ademán, los populares van sobrados, porque
gobiernan en La Moncloa, en la mayoría de las Comunidades Autónomas, de
los Ayuntamientos. Y, dicen, “la mayoría silenciosa” les apoya. Pero,
como dice Albert J. Jovell, presidente del Foro Español de Pacientes,
existe la obligación de ser honestos. Algo que algunos ignoran, por lo
que siguen mintiendo.
DdA, IX/2.225
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